CURIOSIDADES DE NUESTRA HISTORIA (XI)

LOS PUEBLOS PRERROMANOS

SIMBOLOS CELTAS1

Símbolo celta

(www.laky.blospot,com.es)

En la Meseta y en la parte oeste de la Península las poblaciones eran mayoritariamente de origen celta, grupo de población que había entrado en la Península en oleadas sucesivas a partir del siglo VIII a.C.

Plinio nos dejó testimonios de la existencia de estos pueblos: “los primeros en la costa son los bástulos; tras ellos, retrocediendo hacia el interior en el orden que se citan, los mentesanos, oretanos y, junto al Tajo, los carpetanos; al lado de ellos, los vacceos, vettones y celtíberos arévacos. El río Limia, el Duero, río de los más grandes de Hispania, nacido en la región de los pelendones, corre junto a Numancia, luego a través de los arévacos y vacceos y separa a los vettones de Asturia, de Lusitania a los galaicos, y marca allí todavía los límites entre los túrdulos y los brácaros. Los más orientales (entre los pueblos de la Lusitania) son los vettones, dentro de los cuales están las ciudades de: Lancia Oppidana,  Cottaeobriga o  Salmantica”

Nombres de ciudades y personas en lengua celta y gran número de fuentes históricas prueban la presencia de esta población. La presencia de objetos relacionados con culturas de Centroeuropa se explica a través del contacto con mercenarios celtas y llegado probablemente a la meseta española como botín, regalos o mercancías comerciales. Sin embargo la cuestión de cómo imaginarse el proceso de celtización se discute controvertidamente desde hace bastante tiempo.

Lo que sí está claro es que estos pueblos traen consigo su lengua, una agricultura de cereales de secano, una ganadería bastante desarrollada y la extensión del uso del hierro.

CRUZ CELTA

Cruz celta

(www.wikipedia.es)

Los lusitanos y los celtíberos fueron los pueblos más importantes asentados en las regiones del oeste y la Meseta. En ella habitaban los arévacos (al este), los pelendones y bellis (en la actual Soria), los vacceos (en el centro de la Meseta), los vettones (al suroeste), bracarenses (al oeste) y lusitanos (al oeste). Al norte se encontraban los astures, cántabros, turmodigis y los berones.

Todos estos pueblos estaban organizados en tribus y en clanes. Las tribus, de vida nómada en su origen, se habían ido asentando en territorios determinados y poseían centros fortificados que les servían para vivir, refugiarse en caso de peligro y para proteger al ganado. Algunos de estos centros se habían desarrollado tanto que podían ser considerados como ciudades en embrión. Es el caso de Numancia (próxima a Soria) o el de Pallentia (puede ser Palenzuela o la actual Palencia)

Además de estos núcleos de población en los que se había alcanzado una diversificación económica y social lo suficientemente importante, existían otros asentamientos menores, equivalentes a aldeas fortificadas.

CASTROS CELTAS

Castro celta

(www.commons.wikimedia.org)

La actividad económica fundamental a la que se dedicaban estas comunidades era la agricultura y la ganadería, aunque unos pueblos diferían de otros a la hora de poseer formas de producción predominante. Entre los vacceos, por ejemplo, predominaba el cultivo del cereal de secano.

Los lusitanos y los vettones, por el contrario,  tenían como base fundamental de su economía la ganadería, en especial el ovino y el caprino, aunque también explotaban la ganadería mayor, principalmente los caballos. El desarrollo de la cría de ovejas permitió la producción de tejidos de lana. Entre ellos la agricultura no era demasiado importante, aunque sí conocían el uso de los cereales en terrenos de secano y los cultivos de huerta en las márgenes de los ríos.

Las relaciones comerciales consistían en el trueque de productos. Desconocían la moneda acuñada, pero en algunos lugares se comenzó a utilizar láminas de plata como unidades de intercambio, aunque la economía monetaria no se extendería hasta la época romana.

Teniendo en cuenta la organización tribal de estos pueblos, es de suponer que la propiedad comunal de la tierra fuera el sistema más extendido.

La organización social estaba basada en los lazos de sangre o parentesco que daban cohesión al clan o a la tribu. Varias tribus formaban un pueblo, considerado como una confederación tribal.

Había asambleas populares en las que tomaban parte todos los miembros del grupo, consejos de ancianos (senados aristocráticos) y magistrados. En algunos pueblos existían reyes y jefes militares o caudillos elegidos que lucharían contra Roma y algunos de cuyos nombres han llegado a la posteridad.

La cohesión social dentro de estos pueblos venía dada por la pertenencia a un grupo emparentado amplio, descendiente de un supuesto antepasado común, dentro del cual existían  otros núcleos más pequeños, siendo el menor la familia.

En los grupos emparentados se podía admitir a otros grupos o individuos aislados que pasaban a tener los mismos derechos que los miembros de los grupos que los admitían, era el llamado pacto de hospitalidad.

Una práctica bastante extendida era la de la clientela que tenía a menudo un carácter militar. Los miembros más importantes de las tribus podían reunir a su alrededor a un número más o menos extenso de fieles a su persona. Los jefes guerreros contaban con un séquito unido a ellos por los lazos de tipo personal. Las relaciones entre el jefe y los clientes no se daban en un plano de igualdad, sino que se establecía una dependencia o subordinación con unas obligaciones por ambas partes.

En la mayoría de los casos la institución de la clientela tenía un carácter religioso y, en este caso, recibía el nombre de devotio. Según estos pactos los clientes tenían la obligación de acompañar a su jefe, seguirle en la guerra y matarse si este moría en la batalla. Por su parte el jefe tenía la obligación de protegerlos, de mantenerlos y de vestirlos.

La forma de hábitat característica de estos pueblos meseteños es en castros, es decir, poblados instalados en lugares, que por su topografía accidentada, son fácilmente defendibles, tales como un cerro, una ladera escarpada, un espigón fluvial.

Las viviendas son rectangulares, de piedra y algunas veces tienen carácter rupestre. El caserío se rodea de murallas (bien de piedra, bien de tierra y madera).

Las necrópolis se hallan a cierta distancia de los poblados, habitualmente en zonas bajas (en los pueblos del este) y en lugares altos, cerca de la entrada principal de los castros (en el centro y oeste). Se practica habitualmente el ritual de incineración y las cenizas del difunto se entierran junto al ajuar, integrado por objetos de la vida ordinaria (armas, piezas de adorno, vajilla, etc.). Los enterramientos se señalan con una simple estela o se protegen mediante un túmulo muy simple.

Los objetos de cerámicas son muy variados y con una gran riqueza de formas (cuencos, botellas, jarras, copas, etc.) junto con objetos más modestos como cajitas y canicas (cuya finalidad no está muy clara) o el vaso trípode (cuya finalidad funeraria está constatada al encontrarse en el ajuar de las tumbas).

Los objetos de metal son muy abundantes. Se conoce el instrumental agrícola (hoces, azadas, podaderas, etc.) y artesanal (hachas, tenadas, martillos, etc.) y cuya tipología pasó a la Edad Media e incluso perduró en muchos lugares prácticamente hasta la introducción del utillaje moderno. También disponemos de información sobre el armamento (que en muchos casos era elogiado por los autores clásicos. Entre las armas hay que citar la espada celtibérica (de aguda punta y doble filo cortante) que fue adaptada por los romanos y renombrada como gladius hispaniensis; además se disponía de puñales, lanzas, cuchillos o escudos.

Las fíbulas se siguen fabricando en bronce, metal que se utiliza para los broches de cinturón y los brazaletes. Los tipos son muy numerosos, aunque son significativos los de torrecilla o los zoomorfos de caballito. Estos objetos servirían para abrochar el sagum (manto especial de lana oscura o negra que utilizaba la población).

En algunos de los pueblos se comenzó a romper la cohesión social. Los elementos que actuaron como factores de ruptura fueron fundamentalmente la aparición de una aristocracia, la constitución de una vida urbana incipiente y ciertas prácticas que unían a miembros de unos grupos con jefes militares y miembros de la nobleza, sin tener en cuenta el parentesco.

Los individuos carentes de recursos por falta de tierras, concentradas en manos de la aristocracia, tenía que buscar su subsistencia y se produjeron dos fenómenos paralelos: por un lado muchos indígenas se convirtieron en mercenarios de los ejércitos de otros pueblos y, por otro lado, se formaron bandas que atacaban a las zonas vecinas más ricas para obtener botín. Estas bandas se agrupaban alrededor de jefes con los que sus miembros acaban teniendo relaciones de tipo personal basadas en la clientela.

Por lo que respecta a nuestras tierras nos encontraríamos en espacios en los que vacceos, vettones y lusitanos tenían sus límites. Los vacceos ocuparían, a grosso modo, la zona de la Armuña y el resto correspondería a territorio vettón, excepto la zona oeste, ocupada por los lusitanos. De todas las maneras se podía decir que las fronteras eran movibles y es que los vacceos se extendieron hasta Salmantica en el momento de su máxima expansión, aunque fuera vettona después de la campaña de Aníbal en el 220 a.C.

Verracos-Puente-Romano-Salamanca

Verraco ubicado en el Puente Romano de Salamanca

(www.iberhistoria.es)

Hay muchas razones para pensar que Salmantica, unos 60 kms. era la frontera septentrional vetona,  frontera marcada por el río Tormes hasta su desembocadura con el Duero; de aquí al Oeste por el Duero hasta encontrar al Huebra o al Águeda desde donde se marcaría el límite occidental con Lusitania.

Los vacceos tenían un modelo de poblamiento estable, organizado en torno a grandes asentamientos fortificados con economía agropecuaria (Martín Valls y Esparza, 1992) establecidos a distancias considerables que oscilan entre 10 y 20 km, pero que se hacen mayores si se consideran vías de comunicación naturales como los ríos. Su modelo de poblamiento revela una ausencia de jerarquía entre los distintos enclaves habitados, con unos de mayor extensión y complejidad junto a otros menores y dependientes de los primeros. Otro rasgo significativo sería la existencia de amplios espacios vacíos entre asentamientos, definidos principalmente por los páramos.

BROCHE VACCEO

Broche vacceo

(www.es.pinterest.com)

Diversos autores (Sacristán entre ellos) han indagado sobre la organización política de las ciudades y su vertebración sobre el territorio y  han planteado que los núcleos de población funcionasen como unidades autónomas, con sus propias magistraturas y asambleas, sin que se conozca la organización global de la entidad o etnia vaccea.

Merece la pena reseñar su organización económica y concretamente su colectivismo agrario. Según Domínguez (1988) el origen del sistema hay que atribuirlo a una sociedad pastoril que se va sedentarizando paulatinamente y que, también paulatinamente, va aceptando transformar su estructura socio-económica a las nuevas necesidades de una vida agrícola, pero sin ningún tipo de ruptura, es decir, sin que haya habido ninguna fuerza superior externa que haya impuesto su propio modelo.

J.M. Roldán Heras, en su trabajo “Fuentes antiguas para el estudio de los vettones” (Revista Zephyrus, nº 19-20, años 1968-1969), dejó constancia de fuentes de las que disponemos para estudiar a los vettones y otros pueblos y sus asentamientos.

El núcleo del territorio  lo forma la casi totalidad de la provincia de Salamanca, parte oriental de las de Cáceres y Badajoz y gran parte de la de Avila salvo su extremo Norte. Ocupa por tanto las tierras ganaderas, de buenos pastizales, del sur de Salamanca capital, las tierras altas de la Sierra de Gredos al Este y la Peña de Francia y Gata al oeste.

De las fuentes se deduce que por el Oeste, la ciudad más cerca de la frontera con los lusitanos había de ser Lancia Oppidana y habría de señalar el río Cuda (hoy Coa) o el Águeda como tal límite vettón. Una precisión mayor es la ofrecida por la serie de figuras en piedra de animales, verracos y toros, que aparecen unidos a la cultura castreña, típica del pueblo vettón y que falta en la región propiamente lusitana.

Según Ptolomeo OKELON estaría al Norte de Capara,  por lo que si está bien transmitida la fuente habría que situarlo en la rica zona arqueológica de la región de Béjar. SEVTIKT aparece al sur de Salamanca, en el camino de Emérita a Caesaraugusta, a 24 millas de ella. Sentica se encontraría en la finca de la Dueña Chica, término de Pedrosillo de los Aires. Corresponde a un castro con restos de edificaciones e incluso un miliario que señala exactamente la distancia indicada: 159 millas desde Emérita (Salmantica estaba a 183).

A las ciudades mencionadas por Ptolomeo pueden añadirse Bletisa (Ledesma) o Ciudad Rodrigo (¿Miróbriga?)

VIVIENDA VETTONA

Vivienda vettona

(www.celtiberia.net)

Son conocidos hechos en los que participa el pueblo vettón junto al resto de los habitantes prerromanos de la Meseta. Aparecen en las fuentes episodios como la conquista de Salmantica por Aníbal, guerreando unidos a sus vecinos e íntimamente ligados a la suerte de los lusitanos, participan en las guerras de Viriato y probablemente en las de Sertorio y para la época de César formaban ya parte de los ejércitos romanos.

Con Augusto entran a formar parte de la nueva provincia Lusitania, y avanzado el Imperio, dan nombre incluso a toda la mitad oriental de dicha provincia, lindante con la Tarraconensis.

Por otro lado, también nos ha llegado a través de estas fuentes la medicina popular vetona, entre la que destaca la utilización de una hierba con fines terapéuticos que serviría para toda clase de enfermedades y a la que hay un libro dedicado por completo a describir sus propiedades, atribuido a Antonio Musa, médico de Augusto, aunque en realidad es mucho más tardía.

Se trata de un descubrimiento de la medicina popular vettona que fue conocido por los romanos en el siglo I (Celso y Plinio son los primeros que la mencionan) y que alcanzó sobre todo en los siglos III y aún más en el IV y V un uso general contra un sinnúmero de enfermedades. Por las fuentes sabemos que era útil sobre todo como antitóxico contra las mordeduras de serpientes, como bebida digestiva, contra los dolores de pecho y costado, se usaba también en oftalmología para cortar el lagrimeo y contra las fracturas del cráneo, otalgias, hemorragia nasal, embriaguez o  envenenamiento… Se utilizaba haciendo con él una especie de vino o vinagre, en forma de harina bebida en agua caliente, en jugo, diluida en vino seco…

ALTAR DE SACRIFICIOS

Altar de sacrificios vettón

(www.celtiberia.net)

Continuará…

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