LA DETECCIÓN DEL ACOSO ESCOLAR EN EL HOGAR. SIGNOS Y SÍNTOMAS DE ALERTA

María José Hernández.

El acoso escolar es una realidad palpable en la sociedad actual. Lamentablemente muchos niños y adolescentes lo sufren, en ocasiones en silencio y en otras, por muy evidente que sea, tratan de ser silenciados. A veces por vergüenza o porque se cree que son “meras niñerías”. En muchas ocaciones ocurre en contextos sociales en los que familias y docentes no están al tanto de su existencia.

No obstante, la detección precoz del acoso es de vital importancia.En el presente artículo se pretende recoger una serie de claves tanto para padres como para educadores a fin de identiifcar el acoso a tiempo, y así no generar en el acosado trastornos psicológicos severos a corto y largo plazo.

Para poder abordar correctamente el tema es preciso distinguir el acoso escolar propiamente dicho, de una agresión puntual en el ámbito escolar. Castro (2007:6) afirma que: “las distintas formas de maltrato pueden presentarse en las escuelas de forma esporádica, pero cuando estos hechos de violencia interpersonal tienen sobre uno o varios alumnos que son elegidos como víctimas, una evidente persistencia, podemos entonces hablar de acoso escolar.”

El acoso puede ser tanto físico como psicológico, o ambos, pudiendo desarrollarse a lo largo de meses o, incluso años. Estos son los tipos de acoso escolar más recurrentes: bloqueo social, hostigamiento, manipulación, coacciones, exclusión social, intimidación, agresiones y amenazas. De todos modos, es de recibo señalar que cualquier tipo de agresión aunque sólo sea producida una vez, es intolerable y es preciso actuar para que no vaya a más.

Existen ciertos signos que pueden ponernos en alerta y, que serán claves a la hora de identificar a tiempo el acoso escolar para poder actuar eficaz y tempranamente:

  • Cambios en la conducta del niño: normalmente estos cambios se manifiestan a través del bajo rendimiento escolar –muchas veces repentino-, cuando el niño se muestra reticente a ir al colegio. Se pone excesivamente nervioso al hecho de enfrentarse a una nueva jornada escolar, evita hablar de su vida escolar, se muestra triste, más irritable de lo normal o coge rabietas por temas que antes toleraba con normalidad En ocasiones abandona sus aficiones, no quiere ir a las salidas extraescolares o a excursiones planeadas.
  • Síntomas a tipo físico: más que cambios son signos que se presentan a nivel psicosomático tales como vómitos, dolores de tripa, de cabeza, alteraciones en los periodos de vigilia-sueño y hasta del apetito, entre otros. Estos signos no suelen tener causa médica real y lo que ocurre es que el niño somatiza lo que le ocurre a nivel psicológico, expresándolo a través de su cuerpo.
  • Otros signos de alerta pueden ser la pérdida y/o deterioro constante de material escolar o pertenencias personales sin explicación aparente o, porque el niño no sabe cómo explicarlo. También se puede dar el caso de que el niño pida más dinero del habitual a sus progenitores a fin de dárselo a sus agresores, lo que se conoce como chantaje.
  • Redes sociales y teléfono móvil: en muchas ocasiones el acoso escolar no se queda sólo en el ámbito de la escuela, sino que continúa cuando el niño llega a su hogar, lo que se conoce como “ciberacoso”. Es preciso entonces, que los padres puedan tener acceso a los dispositivos que el niño maneja, ya sea tablet, smartphone, redes sociales, correo electrónico, etc., a fin de identificar las posibles señales de alerta.

Los padres son figuras clave y de referencia para el acosado, por tanto, es preciso recibir todo el apoyo posible por parte de éstos. En muchos casos, el único entorno donde el niño se siente seguro es el propio hogar y, donde él puede contar que está siendo víctima de insultos, peleas, vejaciones, exclusiones o aislamiento por parte de otros niños. Por ello, los padren han de creer siempre en el niño, en lo que cuenta y cómo lo cuenta, no quitándole importancia al asunto, sino dándole la importancia que merece. Sobre todo hay que brindarle todo el cariño, apoyo y ayuda que el niño precise para no hacerle sentirse vulnerable, sino todo lo contrario.

Comparte: