EDUCAR EN EL ESFUERZO Y LA RESPONSABILIDAD

“Educar en la responsabilidad es educar para la vida”. Motivar a los hijos e hijas  que sean responsables es nuestra meta.


Es importante pararse a pensar que tipo de adultos queremos que lleguen a ser nuestros hijos e hijas. Para ello deberemos concretar como vivir los valores en la familia. Los valores configuran profundamente la personalidad de los hijos. Los valores se adquieren por repetición actos y dan a la persona la facilidad de obrar en un determinado sentido.

Algunos de estos valores como es de la responsabilidad y el esfuerzo son los que a continuación vamos a trabajar.

El desarrollo del esfuerzo vendrá de la mano de una exigencia por parte de los padres. Una actuación responsable implica una aceptación personal y libre de la tarea y una motivación interna para llevarla a cabo.

La responsabilidad se va aprendiendo de forma progresiva y de acuerdo con desarrollo evolutivo de los niños. Motivar a los hijos/as para que sean responsables es una de las metas de las madres y los padres.

Los padres deben explicar a sus hijos la importancia de asumir responsabilidades domésticas de acuerdo con su edad.

Conforme el niño/a crezca irá aumentando el número de situaciones de las que puede responsabilizarse y su sentido de la responsabilidad se irá ampliando.

Para ayudar a los hijos/as a desarrollar el sentido de la responsabilidad y el esfuerzo durante la infancia y la adolescencia es necesario que sus padres sean comprensivos, tolerantes y pacientes al tiempo que claros y coherentes.

  1. EL ESFUERZO.

A nuestro entender, son dos los conceptos claves para la promoción del esfuerzo: voluntad y motivación.

  • La VOLUNTAD se puede trabajar y entrenar día a día con el fin de automatizar los comportamientos y así, disminuir la sensación de esfuerzo. La paciencia es el soporte esencial de la voluntad y si es el adulto no es capaz de tenerla, mal va a poder enseñarla al niño. No hay esfuerzo si no hay motivo.
  • Sin MOTIVACIÓN es imposible que alguien luche por una meta. Sin una meta, sin un objetivo… no existe el movimiento. Será de la motivación de donde surja la disposición para el esfuerzo. Detrás de cada actividad que realizamos siempre hay una motivación que actúa como el motor que nos va a permitir realizar el esfuerzo necesario para alcanzar las metas. Por tanto, es básico conocer, aplicar y generar las motivaciones que impulsan al niño, para lo que se deberá conocer y escuchar a los hijos, entrenándoles en la capacidad de motivarse a sí mismos. Esperar la suerte, la lotería, ser “elegido”… son respuestas pasivas que no implican apenas esfuerzo. No hay esfuerzo cuando se tiene todo lo que se desea, no hay esfuerzo cuando antes de abrir la boca se tiene una necesidad cubierta.La combinación de voluntad y motivación necesita ser “regada” por una abundante dosis de alegría, ilusión, cariño y ejemplo.
  • Un buen medio para fortalecer la voluntad consiste en seguir una DISCIPLINA y una exigencia. Por eso son convenientes los juegos y deportes: en ellos deberán observar unas reglas elementales que les creen hábitos de disciplina: horarios de entrenamiento, obedecer al entrenador, cuidar de su material, etc.
  • Es importantísimo que los niños lleguen a comprender el valor de la OBEDIENCIA. Haciendo caso a los adultos, los chicos actúan con un objetivo concreto y preciso en vez de seguir los impulsos de las propias ganas o apetencias. Obedeciendo encauzan sus energías y capacidades lo que les ayudará a construir una personalidad fuerte y definida. Pero para que haya obediencia ha de existir autoridad efectiva de los adultos: no hay que tener miedo a exigir.
  • Contar con un horario les ayudará a desarrollar su CAPACIDAD DE Es bueno que los chicos cumplan un plan. Si desde pequeños se acostumbran a hacer en cada momento lo que deben y no lo que les apetece, habremos avanzado decididamente hacia una voluntad fuerte. Dentro del horario tiene una particular importancia la puntualidad en el comienzo de las tareas.
  • El DOMINIO DE SÍ MISMO es otra buena escuela para el fortalecimiento de la voluntad. El autodominio consiste en controlar los impulsos espontáneos que no vengan a cuento: levantarse mientras se estudia, gritar, lanzarse a por su comida preferida, incluso antes de que se ponga el plato encima de la mesa…

 

  1. LA RESPONSABILIDAD.

Para enseñar responsabilidad son necesarias las normas, los deberes y el conocer las consecuencias de no asumir la responsabilidad de su cumplimiento. Existe una generación de padres y madres que suelen asociar las normas con imposición, castigo, etc. y que huyen del establecimiento de normas claras y por lo tanto de una cierta disciplina.

  • Establecer normas y consecuencias de su incumplimiento estimula que el niño se haga cargo de sus responsabilidades. Cuando a un niño se le adjudica la responsabilidad de sacar la basura o poner la mesa y necesita que sus padres se lo recuerden constantemente, son éstos los que se hacen cargo de la responsabilidad del cumplimiento de la tarea, el niño sólo lo hace o no. Si los padres no se lo dicen una y otra vez el trabajo queda sin hacer.
  • Enseñar responsabilidad implica que los padres sean responsables estableciendo pautas y las consecuencias de su incumplimiento. El simple castigo sólo sirve para controlar la conducta pero no educa. Quizá es en la adolescencia de nuestros hijos cuando más nos preocupamos de este tema pero la responsabilidad se forja desde que nuestros hijos son pequeños y podemos ya en la infancia encomendarles pequeñas tareas: recoger sus juguetes, ayudar a hacer la cama, ayudar a poner la mesa, etc.
  • En la adolescencia es muy adecuado establecer unos derechos que el adolescente tiene y los deberes que conlleva el disfrute de esos derechos; por ejemplo; “tienes derecho a salir con tus amigos y la obligación de llegar a las once a casa”. Ahora viene lo más importante ¿cómo reaccionamos si nuestro hijo se salta la hora de llegada y se retrasa? Quizá nuestra reacción al entrar por la puerta sea “Mañana no sales, estás castigado” u otras similares. Aquí está la clave de la cuestión, si queremos que nuestro hijo sea una persona responsable tendremos que hacerle ver que si él no ha cumplido con su deber de llegar a la hora está renunciando a su derecho a salir al día siguiente, de esta manera le haremos ver que cada derecho lleva aparejado un deber, que no somos nosotros los que le castigamos porque sí, si no que ha sido él libremente y como responsable de sus actos el que renuncia al disfrute de su derecho. No sólo le estaremos educando en responsabilidad sino también consolidaremos su personalidad. Recordemos que“Educar en la responsabilidad es educar para la vida”

 

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