“Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia”
A. Huxley (1894-1963). Novelista, ensayista y poeta inglés.
Dolmen “El Tiriñuelo” en Aldeavieja de Tormes. En todopueblos.com
Hace aproximadamente diez mil años se produjo el fin de tiempos glaciares y la mejora de las condiciones climáticas. Esto provocó la modificación del paisaje: se pasó de grandes superficies herbáceas a amplios espacios forestales. Además desaparecieron la mayor parte de los animales que habían sido la principal fuente de alimentación del hombre paleolítico y, consecuentemente, se produjo una “crisis alimentaria” que el hombre trató de afrontar diversificando su dieta. A todo ello se le une un fuerte aumento demográfico.
Hemos entrado en el período denominado NEOLÍTICO (etimológicamente significa “nueva piedra”) en el que se van a presentar las siguientes particularidades: avances técnicos (la piedra pulimentada en forma de hacha para desbrozar, azadas para el cultivo, cerámica para conservar excedentes de alimentos o el telar), cambios sociales (se producen estratos sociales), nuevas formas de vida (sedentarismo) y nuevas formas de actividades económicas derivadas de la agricultura y la ganadería.
En nuestra península, iniciándose por el litoral mediterráneo, esta “revolución neolítica” apareció a lo largo del sexto milenio.
La población sigue viviendo en cuevas, pero comienza a construir poblados de superficie, algo que conducirá, en la Edad de Bronce, a la aparición de los primeros núcleos urbanos. De todas las maneras, según los datos, es posible que ocuparan alternativamente cuevas y poblados de superficie, de acuerdo a las estaciones del año.
Desde la mitad del cuarto milenio se acostumbra a enterrar a los muertos colectivamente en el interior de grandes monumentos de piedra, llamados MEGALITOS y cuyo tipo básico en nuestra zona es el DOLMEN.
La palabra DOLMEN quiere decir “mesa grade de piedra. El conjunto conforma lo que se ha dado en llamar “sepulcro de corredor”: amplia cámara circular construida por losas graníticas de hasta 4 metros de altura, y pasillo de acceso (corredor); todo ello protegido por tierra y piedras planas que cubren en parte las losas verticales, formando una colina artificial o túmulo, distinguible como marca funeraria.
Su función atribuida, como dijimos anteriormente, suele ser la de sepulcro colectivo, pero también se cree que puede ser una forma de reclamar un territorio y reforzar la identidad grupal.
Parece ser que el número de enterramientos depositados en el interior de los dólmenes existentes en nuestra provincia fue muy alto a juzgar por el abundante ajuar encontrado en ellos: hachas de piedra pulimentada, cuchillos de sílex, cuentas de collar de piedras semipreciosas, cerámica, etc.
Dentro de la variedad de denominaciones populares que, por tradición o por su forma, se ha dado a estos monumentos en la provincia de Salamanca, es corriente denominarlos «Casa de la Mora» o «Casa del Moro»: «casa», por su forma, y «de la mora» o «del moro» por lo exótico «de (su) origen remoto y finalidad desconocida» (Morán, 1931) conservados a través de la tradición ¿o de la leyenda?: lo desconocido, o aquello que no puede o sabe explicarse, se atribuye a los moros.
Hay otros términos locales que sólo hacen referencia al pequeño promontorio o saliente artificial que forman túmulo y dolmen: «turuñuelo», «teriñuelo» o «tiriñuelo» en Aldeavieja de Tormes, en Salvatierra de Tormes; «turruñuelo» en Alba de Yeltes; «la torrecilla» en la Valmuza ; «el turrióm» en Encinas de Arriba y en Gemingómez, cerca de Alba de Tormes; «el torrejón», al pie de la estación de Alba de Tormes; «los torrejones», en Robliza de Cojos (Morán, 1926 y 1940), «el torrejón», en Villarmayor de Ledesma.
Dólmenes de interés:
– El Turrión (próximo a Alba de Tormes): monumental sepulcro con abundantísimo ajuar
– Dolmen de la Finca de Castro Enríquez (Aldehuela de la Bóveda); restos del túmulo
– La Vega de Sepúlveda I y II (Castraz de Yeltes): bien conservados y de medianas proporciones
– La Rábida I y II (Ciudad Rodrigo): se aprecian la cámara y el corredor
– Zafrón : conserva la cámara completa
– La Torrecilla (Galindo y Perahuy): imponente túmulo de medianas proporciones
– La Casa del Moro (Gejuelo del Barro): uno de los monumentos más completos, conservándose túmulo, cámara y corredor
Dolmen Casa del Moro (Gejuelo del Barro)
Foto: cortesía de mYr
– Cuadrilleros (Ledesma): se conserva el túmulo
– Dolmen de Castillejo (Martín de Yeltes): se conserva el túmulo prácticamente completo, igual que la cámara y el corredor
– El Mesón (La Mata de Ledesma): el topónimo «mesón» (aumentativo de mesa) hace referencia con toda probabilidad a la gran tapa de piedra horizontal que formaría la cubierta, «la mesa», del dolmen. Se trata de un dolmen de corredor. Consta, pues, de tres partes: túmulo, cámara y corredor.
– El Prado de la Nava (Salvatierra de Tormes): normalmente sumergido bajo las aguas de Santa Teresa. El túmulo conserva su configuración y subsiste la estructura interna, cámara y corredor, prácticamente completos.
– El dolmen de El Teriñuelo de Salvatierra fue dado a conocer por César Morán en 1926. Habitualmente permanece bajo las aguas del embalse de Santa Teresa, pero en la espectacular sequía del verano-otoño de 1996 quedó al descubierto y ha podido ser revisado. Se trataba de un sepulcro de corredor de considerables proporciones.
– La Torrecilla (Terradillos): el túmulo se conserva bastante bien
– La Torre (Vecinos): importantes restos del túmulo, la cámara y el corredor
– Sahelicejos (Villar de Peralonso) se conserva la cámara completa y restos del corredor
– El Guijo (Villarmayor): campo de pequeños túmulos
– El Torrejón (Villarmayor) subsisten importantes restos del túmulo y de la estructura sepulcral
(“El dolmen de «El Teriñuelo». Actualizacion del inventario dolménico salmantino» (SANTONJA y otros. En Salamanca Revista de Estudios nº 37)
En algunos de los datos hemos reseñado al padre agustino César Morán Bordón, (1882-1952), un improvisado arqueólogo que suplía la falta de formación con un gran tesón y que plasmó su trabajo en el libro “Arqueología y Prehistoria de la región salmantina”.
En sus investigaciones arqueológicas encontramos las primeras referencias a artefactos de piedra tallada del Paleolítico Inferior en las riberas del Tormes, excavaciones en las sepulturas megalíticas de la provincia –el inventario de 6 dólmenes del Catálogo Monumental fue incrementado hasta 51–,noticias sobre castros y verracos, epigrafía romana y visigoda, o el primer estudio de alcance de la Calzada de la Plata.
Merece la pena subrayar también su dedicación a la investigación de áreas del patrimonio cultural hasta entonces inexploradas, como el folclore, en especial el arte popular, y la preocupación, verdadera desazón, que le producía la destrucción de los bienes patrimoniales que estudiaba: «Por aquí están [los dólmenes] en la finca del tío fulano o la tía mengana, que se consideran dueños absolutos de aquellas piedras hincadas, y que las arrancarán, si llega la oportunidad, para que no tropiece el arado, para desembarazar aquel trozo que nada produce y nada vale. Sin pensar que con esto destruyen un monumento que cuenta con cinco mil años de existencia».
Morán se desenvolvió en Salamanca por su cuenta, a veces ayudado por instituciones locales, como la Diputación Provincial, sin que llegara a conectar hasta los últimos años de su vida con el ámbito universitario (la primera cátedra de Arqueología en la Universidad de Salamanca no se dotó hasta 1949)
De sus trabajos figuran algunos ya reseñados a la hora de hablar de los dólmenes pero creemos conveniente, para terminar, añadir dos, por el interés que puedan tener interés para nosotros.
– La Cueva de Rascones: ubicada a ocho Km. de Salamanca, por la carretera de Ledesma.
“La cueva se levanta en un acantilado de unos 18 m. de altura, a la derecha del Tormes, mirando al mediodía […] El interior es espacioso y amplio […] La boca mide 2,75 m. de altura por 3,96 m. de ancha. Desde la boca hasta el fondo la cueva mide 6,85 m, 7,17 transversalmente y 2,80 de alta […] Posee un pozo que tiene una profundidad de 1,48 m. (aunque su profundidad real puede ser de 10-12 m) y cuya finalidad pudiera ser de defensa”. No pudo trabajar más por falta de medios.
Villar de Argañán: Dolmen de la Hurtada. De javiersevillano.es
– Hallazgos neolíticos, que en muchos casos conservaban los labradores: hachas en puntas de flecha, raspadores, sierras, o amuletos. “Las llaman piedras de rayo, chispas o centellas, objetos de superstición”.
Como anécdota decir que en algunos casos les propuso a los propietarios cambiar estos utensilios por dinero y no quisieron hacerlo.
Todos ellos encontrados en Santa Marta, Pelabravo, Aldeatejada, Calvarrasa de Arriba y Calvarrasa de Abajo, Carbajosa, Cabrerizos, Villares de la Reina o Villamayor.