CURIOSIDADES DE NUESTRA HISTORIA (38)

LA ACTIVIDAD COLONIZADORA DE LA IGLESIA DURANTE LOS SIGLOS XII Y XIII

La institución eclesiástica, además de las actividades específicas (culto, administración de sacramentos, predicación del dogma y la moral o el estudio de las Sagradas Escrituras), desarrolló otra serie de tareas que constituyeron una parte importante de la actividad económica en la Edad Media, tales como: colonización de la tierra y organización del espacio colonizado. Muchos clérigos se dedicaron a reunir y administrar un patrimonio cada vez más abundante; incluso algunas órdenes, que tenían como lema la pobreza, lucharon para lograr favores económicos de los feligreses. Recibieron durante estos siglos (XII y XIII) aquello que más abundaba en el territorio salmantino: tierra; y hacia ella enviarán a la población recién llegada.

Cabildos (el salmantino y el mirobrigense), monasterios y conventos eran colectivos muy bien organizados, cuyos miembros tenían distintas especializaciones que les permitirían controlar y gestionar los bienes, cada vez más numerosos, a la vez que les permitirán garantizar el abastecimiento y bienestar de sus miembros y colaboradores, sobre todo teniendo en cuenta la época en la que nos movemos, una época con muchas dificultades.

En nuestro territorio lo común es que cada institución dispusiera de bienes urbanos (que sirvieran de residencia a sus miembros) y , por donaciones o testamentos, de varias propiedades rurales cuyas rentas servirían  para la supervivencia de la misma institución. Sin embargo, no hay que pensar que en estos primeros momentos medievales estas organizaciones tuvieran un gran patrimonio; debieron hacer frente a bienes dispersos con escasas posibilidades de explotación en muchos casos.

Las instituciones que parecen tener bienes más relevantes son los obispados y los cabildos, el monasterio de Santa María de la Vega y el de Sancti-Spiritus. Las órdenes mendicantes apenas muestran otros bienes que no sean el convento donde residen y la iglesia aneja; excepción hecha de las Clarisas que recibieron desde el primer momento bienes rurales y heredaron el patrimonio correspondiente a algunas mujeres recogidas en el convento (¡aunque siempre se quejaron de encontrarse en situación de pobreza!).

Edificios actuales (Fundación Rodríguez Fabrés)

en el lugar donde se ubicaba el Monasterio de Santa María de la Vega

(www.sites.google.com)

Las instituciones eclesiásticas tenían su casa principal en la ciudad y, si eran entidades importantes, además poseían vasallos sometidos a su jurisdicción. Este era el caso de entidades como la Clerecía de San Marcos, la Orden de Alcántara, la de Santiago, la de San Juan o el monasterio de San Vicente.

Lo importante era admitir a los individuos que solicitaban establecerse en el territorio propiedad de cada una de aquellas; aunque en aquella época el mayor problema era ese, encontrar pobladores. La Orden de Santiago tuvo cierto éxito, pues a principios del siglo XIII ya disponía de unos 150 vasallos (artesanos, sobre todo; tejedores, zapateros, pelliqueros, de la construcción o agricultores). Por contra, el monasterio de San Vicente permanecía prácticamente vacío.

Recreación de las instalaciones del Monasterio de San Vicente (Salamanca)

(www.salamanca.es)

Además tenían otros bienes urbanos (sobre todo casas) repartidos por toda la ciudad. Existe constancia de que los métodos de adquisición fueron donación y compra.

Según el inventario elaborado a comienzos del siglo XIV, el monasterio de La Vega siguió el modelo de complejo benedictino: lo presidía una iglesia con claustro; el monasterio propiamente dicho era descrito como “buen palacio y muy buenas casas” (dormitorio, refectorio, enfermería y otros servicios). Además tenía otros elementos complementarios de carácter agrícola y ganadero, prados, dehesas, huertas, alamedas, viñedos, norias, piélagos acotados en el Tormes o canteras. Poseía, además, casas en la ciudad que estaban arrendadas.

El cabildo salmantino tenía el grueso de casas en el Zoco Viejo, las Puertas del Río, la Puerta del Sol o junto a la misma catedral. También poseían tiendas o locales aptos para la explotación artesanal o comercial.

Interior de la Catedral Vieja de Salamanca.

(www.catedralsalamanca.org)

Las instituciones instaladas en Salamanca además gozaron de algún tipo de privilegio o de derecho: pontazgo, montazgo y otras rentas, parte de la acuñación de monedas o el diezmo (el tributo más general y mejor organizado).

Cabe en este punto reseñar que Alfonso X elaboró toda una normativa para resolver todas las cuestiones del diezmo. En varios documentos precisó los aspectos más importantes de la recaudación: tenía un carácter general y ningún cristiano quedaría exento (incluso reyes, nobles o prelados); el proceso de entrega se iniciaría con un toque de campana para que se acudiera la era y allí se separaría la parte del cereal correspondiente.

Los posibles bienes en el territorio de la provincia que recibirían todas estas instituciones serán villas, aldeas o heredades. ¿Qué diferencias hay entre unas y otras? Los especialistas no se ponen de acuerdo, aunque pudieran corresponder a distintos valores económicos, demográficos o la consideración que pudieran tener sus dueños. Sí parece claro que las villas fueron donadas por los reyes, que también ceden aldeas, mientras que los particulares entregan aldeas y heredades.

La catedral de Salamanca poseía el patrimonio más antiguo y mejor organizado, creciendo a medida que se desarrollaba la actividad colonizadora en el territorio salmantino. Fue creado por el propio repoblador de la ciudad (Raimundo de Borgoña) y confirmado por los monarcas (desde Alfonso VI hasta Alfonso IX) y ampliado por donaciones de clérigos y donaciones privadas.

Raimundo de Borgoña cedió al prelado salmantino algunas villas que Alfonso VII especificó en el año 1136: Cantalapiedra, San Cristóbal, Topas o San Pelayo de Cañedo. Pero también varias aldeas: Carrascal, los dos Espinos, Zamayón, El Arco, Vitigudino o parte de Aldearrodrigo. Ya en el siglo XIII recibirá villas como Tejares, Almenara, Juzbado, Baños o San Martín del Castañar.

El obispado de Ciudad Rodrigo debió seguir un proceso similar. Fernando II la dotó con la tercera parte de las rentas que correspondían al monarca (peajes, multas, quintos, etc.), donó el lugar denominado “Oronia”, Torre Aguilar y la misma ciudad de Calibria. En la segunda mitad del siglo XII le añadió los derechos reales sobre la producción minera de oro, plata, cobre, estaño o hierro. La iglesia, en el año 1175, poseía además las villas de Hinojosa, Lumbrales o Sepúlveda (junto a Castraz).

Vista panorámica de la Catedral de Ciudad Rodrigo

(www.m.spain.info)

Por otro lado los canónigos fueron formando su propio patrimonio que administraron al margen del obispo, gracias a las donaciones, a veces muy generosas, de individuos privados. Desde mediados del siglo XII los canónigos  recibirán: las aldeas de Zaratán, Mozodiel, La Vellés, Matilla, la mitad de Arcediano o de Palencia de Negrilla, la tercera parte de Valcuevo, Carbajosa o la aldea de Miranda de Azán; también heredades en Sieteiglesias o Quejigal, además de otras propiedades pequeñas.

En principio el cabildo recibe la propiedad de la tierra, pero pronto logra constituir un señorío completo, el Abadengo de la Armuña, formado por: Palencia de Negrilla, Carbajosa de la Armuña, La Vellés, Arcediano y La Mata de la Armuña. Ya en el siglo XIII se pudo configurar el abadengo de La Valdobla,  zona limítrofe con la diócesis de Ciudad Rodrigo.

El sistema de explotación de los bienes del obispo básicamente permitía vislumbrar una situación señorial clara. Las tierras eran trabajadas por los vasallos en las épocas apropiadas para desarrollar las tareas fundamentales: arar, sembrar o trillar. El propietario se obligaba a proporcionarles en los días de faena alimentos (pan, carne y vino; excepto en Cuaresma, que la carne era sustituida por pescado). Los pobladores podían disfrutar de determinada explotación: dos quiñones y un huerto junto al río, plantar una viña (cuya mitad era de su propiedad y la otra mitad del prelado).

Por otra parte las explotaciones de aldeas y heredades del cabildo tenían variaciones. El fuero de Negrilla permitía a los vecinos construir sus casas según quisieran, pero tenían que pagar un canon de un cuarto de maravedí. El fuero de San Cristóbal, para favorecer nuevos asentamientos, ofrecía exenciones fiscales. El fuero de Arcediano plasmaba la obligación del pago a los canónigos de diez maravedís anuales de cada vecino por yantar, de un maravedí por Pascua, treinta cargas de leña por Navidad y los vasallos estaban obligados a satisfacer los pedidos tanto del rey como del cabildo.

Una costumbre del cabildo fue la de ceder tierras a un pariente de la persona que las había donado, como ocurría al rentero (sobrino de reyes y merino mayor de Galicia) y que llevaba los bienes entregados por su padre en Villoria, Villoruela, Galisancho, Arcediano o Negrilla.

Restos de la fachada capitular del Monasterio de Santa María de la Vega

(www.romanicodigital.com)

El Monasterio de Santa María de la Vega logró una parte de su patrimonio en los siglos XII y XIII. Según señala J.A. Domínguez García  (“Santa María de la Vega, cartografía señorial en los siglos XIV y XV”. Salamanca, 1992), en el siglo XII el monasterio recibió el pequeño monasterio de San Juan (en Almenara), pequeñas casas, aceña, cinco yugadas, viñedos, pardos y una huerta; además, dos medias aldeas (Valsuero y El Nieto) y viñedos en Villamayor.

El convento de Sancti-Spiritus era deudor de la Orden de Santiago y el grueso de sus propiedades procedía de los fundadores. El dominio incluía bienes en Galicia, cerca de Zamora y en proximidades de Piedrahita; en Salamanca recibieron propiedades en Alba de Tormes, Villoruela, Puebla de Yeltes, Pereña, la casa de Ciudad Rodrigo, La Zarza, Casasola o Villasrubias.

Iglesia de Sancti-Spíritus.

En sus inmediaciones se encontraba el convento del mismo nombre.

(www.salamancavivela.com)

Para la elaboración del presente artículo se han tenido en cuenta los siguientes documentos:

– HERNÁNDEZ VEGAS, M.: “Ciudad Rodrigo. La Catedral y la ciudad. Tomo I. Capítulos XXI, XXI y XXIV”. Excmo. Cabildo de la Catedral. Ciudad Rodrigo. 1982

– MARTÍN MARTÍN, J.L..: “Historia de Salamanca II. Edad Media. Capítulo III. “La iglesia salmantina: actividad colonizadora de los clérigos y formación de señoríos”.  Coordinador J.M. Mínguez, director  J.L. Martín.  Centro de Estudios Salmantinos. 1997

– VILLAR Y MACÍAS, M.: “Historia de Salamanca. Libro Tercero. Varios capítulos”. Diputación Provincial de Salamanca. Salamanca. 1887

 

 

 

 

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