CURIOSIDADES DE NUESTRA HISTORIA (19)

LOS BÁRBAROS EN SALAMANCA

 

Las escasas noticias de que disponemos de este período (desde comienzos del siglo V hasta principios del siglo VIII) no permiten reconstruir la historia de Salamanca más que de manera hipotética. Si bien la provincia salmantina no forma parte del núcleo principal de asentamientos de masas populares góticas, su historia no deja de verse reflejada en las fuentes (de tipo literario y arqueológico)

Las lagunas documentales se hacen evidentes si tenemos en cuenta que la primera referencia documentada es la asistencia del obispo Leuterio al III Concilio de Toledo (año 589). Es decir, que durante el espacio de casi dos siglos (el V y casi todo el VI), en que tienen lugar el asentamiento de los pueblos germanos en la Península y el desarrollo de los estados suevo y visigodo, no existen noticias de lo sucedido en nuestras tierras. Aunque sí hay referencias en las fuentes históricas al territorio salamantino: Julián de Toledo señala que Wamba fue coronado en Gerticos, pequeña villa propiedad de la corona y que pudiera encontrarse en el valle del Jerte.

Por lo que respecta a las fuentes arqueológicas el panorama tampoco es para tirar cohetes. Desde los trabajos del padre Morán y de Gómez Moreno se conocen importantes poblamientos visigodos en Salvatierra de Tormes, Santibáñez de la Sierra, Galinduste o Lerilla (cerca de Ciudad Rodrigo).

Según relata Villar y Macías en su Historia de Salamanca “pocas son las memorias que nos quedan de la dominación visigoda, pues aunque se ha dicho que existió la población de Valgoda hacia la parte occidental de Salamanca y a la orilla del Tórmes, cerca de la aceña de Gudino, donde parece fueron halladas monedas de esta época; pensamos que la tradición se apoya principalmente en el nombre actual, que más puede proceder de don Godino de Coimbra o de alguno de sus descendientes

Lo que sí parece evidente, atendiendo a la ubicación en el mapa de los datos obtenidos, es que los visigodos intentaban controlar las zonas económicamente más interesantes de la provincia: valle del Tormes, entorno de la Sierra de Béjar y el valle del Yeltes-Huebra (por su explotación minera).

Mapa de la Península con la posible demarcación de los reinos godos

(www.observandosalamanca.blogspot,com,es)

Inicialmente la Lusitania correspondió a los alanos. La masacre de estos a manos del godo Valia permitió a los suevos expandirse por todo el occidente peninsular donde, a partir del año 438, Requila estableció un reino que duró hasta el año 455.

Por la crónica de Juan Biclarense tenemos conocimiento de dos pueblos que desconocemos con total certeza su lugar de origen y asentamiento, aunque según apuntan algunas opiniones se ubicarían en la provincia lusitana, y aún más, en las proximidades de la actual provincia salmantina. Se trata de los ruccones y de los sappos.  De los primeros, podemos decir que pudiera ser un pueblo en estado de práctica independencia que vivía en alguna comarca aislada, quizá entre Salamanca y la alta Extremadura y se sabe que fueron vencidos por el rey suevo Miro en el año 572conquistando su territorio. De los sappos, cuenta el Biclarense que en el año 573, como réplica al ataque suevo contra los ruccones, fueron combatidos por los visigodos. Este pueblo indígena vivía en la comarca denominada la Sabaria, situada seguramente al oeste de Zamora y Salamanca.

A partir del 469, con la conquista de Mérida, los visigodos comenzaron a afianzar su dominio en el territorio lusitano, pero las fases de este proceso no parecen claras. Algunos autores defienden que Salamanca se encontraría dentro de la zona de asentamiento godo temprano, tal y como lo pueden demostrar diferentes hechos: la presencia del poblado de Salvatierra, la posición estratégica en el valle del Tormes de la ciudad salamantina, el hecho de que el obispo salmanticense que asiste al III Concilio de Toledo lleve un nombre germánico (Eleuterio) o que de los 7 obispos conocidos de la diócesis, 4 lleven nombre godo.

Resulta evidente que en el transcurso de estos acontecimiento Salamanca debió verse afectada y, dado que se menciona ya la vía Mérida a Astorga como eje de desplazamiento, desempeñó un papel cuando menos importante en su desarrollo, convirtiéndose en un enclave estratégico debido sobre todo al lugar ocupado en la Vía de la Plata, a sus defensas naturales y a la fuerte muralla que databa de la época bajoimperial. Esta ciudad y otras (Coria, Cáceres, Cáparra), situadas en la Vía de la Plata, no parecen haber sufrido devastaciones, sobre todo por hallarse fuera del poder suevo.

No es probable, sin embargo, que estas ciudades formasen parte del dominio territorial godo en la Península, dada la débil estructura estatal que tenían en ese momento pues, ante la disolución del poder romano, cada ciudad habría actuado autónomamente, convirtiéndose en una célula defensiva controlada por la aristocracia agraria del entorno y por los obispos, quienes tratarían con los invasores las condiciones de su existencia.

A  pesar de que existen claros argumentos en favor de la continuidad de poblamiento para la antigua ciudad romana de Salmantica, es difícil, a causa de las reconstrucciones medievales y demoliciones modernas, fijar el perímetro que durante la época romana abarcaba la ciudad; no obstante, y a grandes rasgos, parece que englobaba la meseta triangular situada entre el arroyo de Los Milagros, Peña Celestina, la Clerecía. En realidad tal perímetro corresponde a una muralla conservada hasta tiempos recientes de la que si no se tenía ninguna prueba para adscribirla a los tiempos romanos, tampoco su perímetro parece demasiado improbable, teniendo en cuenta además que en su interior fue hallado el único resto visigodo correspondiente a la ciudad.

Pero si para la ciudad de Salamanca existe una relativa continuidad de poblamiento, no ocurre de igual forma para el resto de la provincia, o al menos aquella no viene constatada a través de las fuentes. Otros enclaves más hacia el occidente, como los Castros de Las Merchanas y el de Yecla de Yeltes, sí muestran señales de violencia, e incluso puede que finalizaran abruptamente su existencia.

Broche visigode de Salvatierra de Tormes.

Museo provincial. Museo de Bellas Artes

(www.laventanadelarte.es)

Entre los restos de la cultura visigótica en nuestra provincia se detectan ya numerosos símbolos cristianos y elementos de este culto: cruces en inscripciones, crismones y  pilas bautismales sobre todo. Pero no hay datos precisos sobre los primeros evangelizadores ni sobre la fecha de su actuación.

La generalización de la nueva fe debió ir unida a la conversión oficial del reino visigodo de Toledo durante el III Concilia de Toledo. En efecto, el obispo Eleuterio, asistente al citado concilio, será el encargado de poner en práctica las disposiciones del concilio destinadas a unificar y fortalecer el dogma, a regular el comportamiento del clero, a suprimir ídolos y a exigir a los grandes propietarios que sus dependientes renunciaran a las prácticas paganas.

Los concilios ejercieron un peso importante en la normalización de la actividad eclesiástica y en la regulación de las prácticas que van a definir el cristianismo de la época. Dieron disposiciones sobre el culto, en concreto sobre la celebración diaria de la misa, la administración de los sacramentos, establecieron una edad mínima de 30 años para ordenar sacerdotes y exigieron una preparación intelectual y moral de estos.

Si fue Theuchristus  uno de los prelados que suscribió con su firma el decreto emanado del monarca Gundemaro en el año 610 que daba preeminencia a la iglesia toledana y a su obispo sobre el resto de las demás iglesias peninsulares, Hiccila será el obispo suscriptor de los acuerdos tomados en el sínodo celebrado en la capital toledana en el año 633 sobre diferentes cuestiones relacionadas con la organización eclesiástica: veracidad de la fe católica, clases de concilios, momento y forma de celebrarlos, castidad de los obispos, matrimonio de presbíteros y diáconos, formación de los clérigos etcétera. También este mismo prelado salmanticense será quien suscriba las decisiones tomadas en el VI sínodo nacional que, habiendo tenido lugar en la basílica de Santa Leocadia y contando con la asistencia de cuarenta y ocho obispos, se ocupó, entre otros, de un tema que habría de ser una constante social durante toda la monarquía visigoda, la cuestión judía.

En el año V del reinado de Chindasvinto, con la asistencia de treinta obispos, entre los que se encontraba Egeredus de Salmantica , se reunió el VII concilio nacional de Toledo para resolver los problemas planteados por los clérigos o seglares desertores y traidores y por los ermitaños errabundos y para legislar sobre los funerales y residencia de los obispos, entre otras cuestiones de menor interés.

Restos visigodos de Monte El Alcaide en Monleón

(www.salamancaentresierras.com)

Cuando se reúna el VIII concilio nacional con el fin de debatir asuntos relacionados tanto con la fe (simonía de los cargos eclesiásticos, preparación y vicios del clero, condena de todos los judíos por su infidelidad) como con cuestiones de carácter eminentemente civil (la elección de la realeza) veremos de nuevo al obispo Egeredus ser el representante de la sede salmanticense en dicho concilio y en el X sínodo nacional toledano.

La administración eclesiástica se desarrolló considerablemente y entonces se procedió a delimitar las diócesis. En la nueva reordenación las diócesis de Lamego, Viseu, Coimbra y Egitania (Indanha) volvieron a la Lusitania y la diócesis de Salamanca quedaría encuadrada en el siguiente territorio: el Duero sería el límite con la diócesis de Astorga; al este se encontraría la diócesis de Segovia; Ávila, Coria e Indanha  limitarían por el sur y por el oeste se encontrarían las diócesis de Lamego y Caliabria (posiblemente la actual Calabria, al oeste de Barca d´Alba) que probablemente tuviera jurisdicción sobre el occidente de la provincia.

En el año 666 Sclua, el obispo de Indanha, presentó una reclamación ante el concilio provincial de Mérida y este concilio tuvo que mediar entre aquel y Justo (obispo de Salamanca) que retenía la mayor parte del territorio que correspondía a su diócesis. Probablemente al tema jurisdiccional se podría haber añadido otro de tipo económico toda vez que las iglesias rurales estaban obligadas a pagar un tercio de sus ingresos al prelado de la diócesis.

En el siglo VII la importancia de Salamanca como centro administrativo y religioso pudiera haber aumentado. Sus obispos asistieron a doce concilios, la ciudad conoció una ceca estable y se han podido catalogar monedas acuñadas en Salamanca de Recaredo (586-602), Witerico (603-610), Suintila (621-631), Ervigio (680-687), Egica (687-698) y Witiza (698-700), demostrando el aumento de la importancia administrativa de la ciudad.

Concluido el proceso de formación del reino de Toledo, a finales del siglo VI, la aristocracia local se integraría dentro de la clase dirigente, mientras que la población campesina quedaría en situación de dependencia.  Estos propietarios serían dueños de rebaños en muchos casos trashumantes (se constata por primera vez la trashumancia en época visigoda).

Dentro de esta aristocracia dirigente los obispos eran de los miembros más importantes; al administrar las propiedades urbanas y agrarias de sus diócesis podían poseer una situación similar a la de los grandes propietarios laicos (tanto civiles como militares).

En Salamanca se conocen varias obras artísticas de gran interés y riqueza de la época visigoda. Uno es el denominado cancel de Salvatierra, conservado en el museo provincial, que adornaría una iglesia situada en esa localidad, decorado con un crismón, un pavo real y motivos vegetales alusivos a las uvas y el vino (símbolos relacionados con la eucaristía). Otro cancel hallado en el solar del palacio episcopal (actualmente en el Museo Arqueológico Nacional), posee una placa decorada con una gran venera (concha) y motivos vegetales. El Padre Morán suponía que tal vez la placa procediera de una iglesia visigótica situada en las inmediaciones de la catedral vieja, ya que hay documentos fundacionales de la misma catedral en los que Raimundo de Borgoña y doña Urraca hablan de la restauración del templo dedicado a Santa María.

Cancel de Santibáñez

(www.salamancartvaldia.com)

Pero también se han encontrado restos de manifestaciones artísticas en Pelayos, La Tala, Santibáñez de Béjar, Santibáñez de la Sierra, Paradinas de San Juan o en la villa de Valoria de Buena.

Hay enterramientos de época visigoda en lugares tan distantes como El Tejado, Bañobárez o Calvarrasa. También en Yecla de Yeltes han aparecido pizarras y un cuchillo en un enterramiento tardorromano. En el Castillo de Carpio Bernardo (Villagonzalo de Tormes) se ha encontrado una hebilla de cinturón, también pieza característica de ajuares funerarios.

Dentro del terreno puramente arqueológico, la nota más destacada es el elevado hallazgo de pizarras. La pizarra abunda en las paredes de sus habitaciones, y la mayoría de sus tumbas suelen ser asimismo de lajas de pizarra; por otra parte, debido quizá a la carestía de otro material escriturario, hasta sus documentos son de este mismo material.

Las pizarras visigodas contienen textos escritos incisamente, signos de contabilidad o dibujos de una época que se sitúa en los siglos VI-VII y han sido halladas muy fragmentadas la mayor parte en una región bastante delimitada de las provincias de Salamanca (de ahí su nombre de “pizarras salmantinas”) y Avila. Además de las pizarras con dibujo, que hasta ahora no han merecido atención, están los dos tipos fundamentales: las pizarras con texto (casi todas con escritura gótica en cursiva) y las más enigmáticas que se han dado en llamar de contabilidad o numerales.

Pizarra salmantina del siglo VII donde se declara una transacción ganadera

en gótica cursiva

Museo Provincial. Museo de Bellas Artes

(www.laventanadelarte.es)

Las pizarras con texto, escritas en latín vulgar, son quizá las más interesantes por las riquísimas aportaciones para el estudio de la grafía en los siglos VI o VII, dada la cantidad de nombres propios que se registran en las pizarras, y suelen contener pleitos, cesiones, ventas y distribuciones de granos, animales y productos agrícolas.

Se ha supuesto que las pizarras numerales serían documentos contables de las explotaciones de estos grandes propietarios y son un tipo de hallazgo que abarca la zona comprendida desde Ciudad Rodrigo a Avila y desde Salamanca al límite norte de la provincia de Cáceres. Se localizan en Arroyomuerto, Berrocal de huebra, Fuentes de bejar, Fuenterroble, Galinduste, Garcibuey,  Linares de Riofrio,  Mogarraz,  Peralejos de Solís,  Salvatierra de Tormes, Santibañez de la Sierra, Sotoserrano o Zamarra. La pizarra hallada en Peralejos de Solís, por ejemplo, habla de reparto o donación de trigo para sembrar y ofrece noticias relativas tanto a individuos libres (Iohannes, Iustina, Simplicius) como a libertos (Bonus, Flaina, Flaine)

Y, aunque ya lo hemos señalado en el anterior capítulo, el hallazgo más destacado es el denominado Tesoro de Abusejo, formado por 110 monedas que fueron descubiertas en el interior de una vasija de barro. La moneda más antigua pertenece al reinado de Recaredo (de finales del siglo VI) y las más recientes son del reinado de Witiza. Se supone que todas fueron enterradas juntas inmediatamente antes de la invasión musulmana y que bien pudiera formar parte del atesoramiento de un gran propietario.

Vista del pueblo de Abusejo y monedas del Tesoro

(www.salamanca24horas)

Otros hallazgos en el área de la provincia son: Bañobarez (necrópolis con sepulcros tallados en roca), Barbalos (cerámica gruesa cuya tapa era una pizarra circular con signos numerales romanos),

Calvarrasa de Arriba (sepulcro labrado en una peña), Castañeda de Tormes (sepultura formada por lajas de pizarra, en la que el esqueleto conservaba una sortija de cobre), Galinduste (restos de población antigua datables en la época tardorromana y visigoda), Salamanca (lastra de mármol blanco y esculpida, hallada en el subsuelo del actual Palacio Episcopal, en cuyo lado izquierdo lleva una inscripción con el nombre de Micael, dispuesto de arriba abajo y grabado en letras poco profundas. A partir del siglo VII, la ladera de la ciudad llamada de San Vicente, fue utilizada como necrópolis con toscos enterramientos de losas, y aunque sean difíciles de fechar por la falta de ajuares, quizá pudiera llegarse en su cronología hasta la época visigoda),  Salvatierra de Tormes (restos de necrópolis tardorromana y visogoda),  Tardaguila (procedentes de la necrópolis visigoda de Arcilla, son tres hebillas de cinturón, dos de charnela dentada y una de placa rígida), El Tejado: (fíbula visigoda de bronce, botones en la placa de la cabeza y de los pies, y adornada con el motivo de círculo y punto) , Zamarra (cerca de Ciudad Rodrigo, en un primitivo castro denominado “Lerilla”, existe un solar de una importante ciudad romana en cuya superficie se hallaron cerámicas, tejas, bronces de ajuar y sobre todo pizarras de época visigoda).

Ruinas del Castro de Lerrila (Zamarra), próximo a Ciudad Rodrigo

(www.turismoreinodeleon.com)

Para la elaboración del presente artículo se han tenido en cuenta los siguientes documentos:

– “Historia de Salamanca”. VILLAR Y MACÍAS, M.  Salamanca, 1887

– “Historia de Salamanca”, BONILLA, J.M. ; HERNÁNDEZ, J.M.  y J.L. MARTÍN. Edita GRUPOSA, 1996

– “Salamanca tardoantigua y visigoda”.  SALINAS, M., correspondiente al capítulo VI de HISTORIA DE SALAMANCA I  (coordinador M. Salinas, director  J.L. Martín), edita Centro de Estudios Salmantinos. 1998

– “Seis dibujos visigodos con instrumentos agrícolas y animales domésticos sobre pizarras salmantinas”. GARCIA MARTÍN, J. Revista Provincial de Estudios. Nº 4 Año 1982

– “En torno a la visigotización de la provincia de salamanca”. ALONSO ÁVILA, A.

Revista Provincial de Estudios. Nº 18-19 Año 1985

– “La escultura de época visigoda en la provincia de Salamanca”. BARROSO CABRERA, R y  MOIÚN DE PABLOS, J. Revista Provincial de Estudios. Nº 29-30 Año 1992

 

 

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