Curiosidades de nuestra historia (12)

A LAS PUERTAS DE LA HISTORIA

En el capítulo anterior habíamos hablado de los pueblos que habitaban nuestra provincia  durante el siglo III a.C. y de los cuales teníamos testimonios documentales de fuentes antiguas. Recordamos que tales pueblos eran los vacceos, los vettones y los lusitanos.

Los vacceos eran un pueblo eminentemente agrícola, aunque debieron de poseer grandes rebaños de ovejas, como puede deducirse del hecho de serles impuesta como contribución de guerra la entrega a Roma de grandes cantidades de sacos, fabricados con lana. Ocupaba la zona triguera más importante de España: la Tierra de Campos y, en nuestra provincia, la comarca de la Armuña.

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Casa vaccea

(www.augustodelarua.wordpress.com)

La frontera que separaba a vacceos de vettones es difícil de determinar, porque estuvo sometida a oscilaciones a lo largo de la historia.

El territorio de los vettones, según nos expone Bosch Gimpera, tendría como fronteras los terrenos próximos al río Huebra (por el oeste), las sierras y contrafuertes septentrionales del Macizo Central, la actual provincia de Ávila, hasta los límites de la provincia de Segovia. El área en que están las ciudades vettonas enumeradas por Ptolomeo se extiende por la mayor parte de lo que hoy es la provincia de Salamanca, región inmediata a Portugal y parte montañosa de Extremadura, en los pasos de las sierras de Gredos y Gata.

La frontera por el oeste la señalarían quizá los diferentes Itueros que por la zona existen: Ituero de Azaba (al suroeste de Ciudad Rodrigo), Ituero de Camaces (junto a San Felices de los Gallegos), Ituero de Huebra e Ituerino (al noroeste de El Cubo de Don Sancho). Su territorio coincide con el área en que se da mayor densidad de esculturas de animales (toro de Salamanca, verraco de Monleón, verraco de Ciudad Rodrigo, etc.), obra de un pueblo eminentemente ganadero.

Verraco

Verraco de Ciudad Rodrigo

(www.es.wikipedia.org)

Las excavaciones de Las Cogotas (Avila), han dado a conocer el aspecto de los poblados vettones: grandes recintos amurallados, cuyas casas estaban construidas en ellos sin guardar ni ninguna simetría, ni distribución urbana, y utilizables también para encerrar el ganado. El Prof. Maluquer de Motes ha señalado las coincidencias entre los objetos del reciente hallazgo del Cerro de San Vicente (Salamanca) y los de Las Cogotas.

Además de estos también se asentaron en el occidente de la provincia los lusitanos. Describe Estrabón las costumbres de este pueblo: «los lusitanos, …, eran ágiles, expeditos;…; ejercitábanse en la lucha y la carrera; usaban puñal corto o machete, casco empenachado…, lanzas, y los peones llevaban agudos venablos. Peleaban armados de todas armas a pie o a caballo… A los dioses dedicaban los prisioneros y les cortaban la mano derecha. Lapidaban a los reos condenados a muerte, y para ejecutar a los parricidas los sacaban a las fronteras. Eran sobrios, singularmente los de las sierras, tenían por lecho el suelo, bebían agua, y la mayor parte del año les servía de alimento el fruto de la encina, que seco y molido, fabricaban con él un pan que se conservaba largo tiempo. Preferían la carne de macho cabrío, y usaban una bebida fermentada, pues como escaseaba el vino, lo empleaban sólo en los banquetes, en los que comían sentados en poyos por orden de edades y categorías… Andaban vestidos de negro, y llevaban túnicas o sacos de lana, con los que se acostaban sobre haces de paja; las mujeres vestían trajes con toscos bordados. »

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Guerreros lusitanos

(www.forocoches.com)

¿Qué núcleos de población existieron?

A finales del siglo III a.C. parece que pudieron llegar a ser un centenar de poblaciones, formando una red amplia distribuida por toda la provincia, concentrándose sobre todo en las proximidades de los ríos (principalmente del Huebra y del Tormes), mientras que las tierras centrales del Campo Charro solo conservan restos aislados.

Ya lo hemos señalado en anteriores artículos, los asentamientos eran elegidos teniendo en cuenta que se tratara de un lugar elevado (para disponer de un mejor control del territorio, de mejores posibilidades defensivas y para asegurarse una mayor salubridad de las viviendas) pero permitiendo un fácil acceso a un curso de agua.

Poblaciones de importancia, documentadas desde la Edad del Hierro fueron Miróbriga (¿la actual Ciudad Rodrigo?), Bletisa (Ledesma), así como el grupo de castros del Oeste (Yecla, Las Merchanas, Saldeana, etc.)

Castro

Plano del Castro de Las Merchanas

(www.salamancaterritorioveton.com)

Y en este punto entra Salamanca o Salmántica o Helmántica que,  según el profesor Maluquer de Motes, era una de las ciudades de la Meseta española más antiguas de nombre conocido.

¿Y el nombre?

Según Villar y Macías en su Historia de Salamanca, “los que atribuyen origen helénico a Salamanca, dan el significado de sede o sitio de adivinación a la palabra Helmántica, nombre con que Polibio la menciona por vez primera, compuesto de dos voces griegas: Hela (entre los laconios significaba cátedra , sede, asiento) y mantike (arte de adivinar, adivinación) y de aquí Helmántike. Pero lo que nos parece más probable es que habiendo los primitivos españoles adorado, entre otros, al dios Helman, de él tomase nuestra ciudad el nombre de Helmántica, y mucho más si en fastuoso templo le rendían adoración solemne; pues otros pueblos de la antigüedad tomaron el nombre de sus deidades tutelares.”

La primera alusión a Salamanca en fuentes escritas se refiere al año 220 a.C., cuando aparece como un objetivo militar del ejército de Aníbal.

Como nos relata V. Bejarano en “Fuentes antiguas para la historia de Salamanca” (Revista Zephyrus, nº 6. Año 1955) de la toma de Salamanca por Aníbal hablan varios autores (Polibio, Tito Livio, Plutarco y Polieno, entre otros) separados el primero y el último por un período de tres siglos.

Polibio y Tito Livio ponen a Salamanca entre los vacceos, mientras que Ptolomeo la da como ciudad de los vettones. Plutarco y Polieno se limitan a decir que Salamanca es una ciudad de Iberia. Frontino habla de los salmanticenses en Lusitania, lo que explica su comentarista, Aggeno Urbico, diciendo que Lusitania es el nombre de la provincia y que salmanticenses es el de los habitantes de la ciudad o poblado.

Polibio  (aproximadamente entre 200-120, a. C.) fue un historiador griego que recorrió la Iberia durante las guerras celtíberas y dentro de su obra Historia General menciona Helmantiké al referirse a las campañas de Aníbal en la Península Ibérica: “Y al verano siguiente, dirigiéndose de nuevo contra los vacceos, atacándola sobre la marcha, se apoderó de Helmantiké” (ciudad importante perteneciente a los vacceos).

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Estatua de Polibio

(www.biografiasyvidas.com)

Tito Livio (Padua, 59 a.C.-17 d.C) es un historiador romano y en su obra Historia de Roma, al referirse a las campañas de Aníbal, señala que  “al empezar la primavera se llevó la guerra contra los vacceos. Helmántica y Arbocala, ciudades de éstas, fueron tomadas por asalto».

TITO LIVIO

Estatua de Tito Livio

(www.chiusicittaetrusca.com)

Plutarco de Queronea (h. 46, a. C.-120, d. C) relata el asalto de Aníbal en estos términos: “Aníbal, el hijo de Barca, antes de hacer su expedición contra los romanos, atacó en Hispania una gran ciudad: Salmántica. En principio, los asediados sintieron temor y acordaron hacer lo ordenado: entregar a Aníbal trescientos talentos de plata y trescientos rehenes. Pero, cuando éste levantó el asedio, cambiaron de opinión y no cumplieron lo pactado. Éste, entonces, volvió y ordenó a sus soldados atacar la ciudad para saqueo de bienes”.

Plutarco

Busto de Plutarco

(www.clasicoshistoria.blogspot.com.es)

Polieno (Macedonia, siglo II d.C.) fue abogado y escribió sobre materia militar. En su obra nos ha transmitido el heroísmo de las mujeres salmantinas: “Aníbal en Iberia puso cerco a una ciudad grande: Salmántida; hicieron un tratado para, recibiendo trescientos talentos de plata y trescientos rehenes, levantar el cerco. Pero no cumpliendo los salmantinos lo convenido, volviendo Aníbal lanzó los soldados a saquear la ciudad. Suplican los bárbaros que se les deje salir con un vestido junto con sus mujeres, después de abandonar las armas, las riquezas y los esclavos. Las mujeres, habiendo ocultado las espadas bajo sus vestidos, se las entregaron a los hombres. Y los soldados de Aníbal se pusieron a saquear la ciudad. Y las mujeres, animando a gritos a los hombres, les entregaron las espadas; y algunas, siguiendo a los hombres, atacaron a los que saqueaban la ciudad, de suerte que a unos hirieron y a otros mataron y se batieron juntos».

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Busto de Aníbal Barca

(www.portalclasico.com)

Esteban de Bizancio nos transmite la escueta noticia: «Helmantiké, ciudad de Iberia la de allende el río Ebro”.

¿Y cómo era este núcleo urbano?

Habíamos dejado a los pobladores salmantinos en el Cerro de San Vicente y los datos disponibles en la actualidad nos indican que el solar salmantino se amplió e incorporó el Teso de las Catedrales, alcanzando unas veinte hectáreas, lo cual significa un territorio bastante extenso. Varios autores (Martín Valls, Benet o Macarro) han resaltado la originalidad del establecimiento en dos cerros, aprovechando la Vaguada como refugio del ganado y las proximidades de abrevaderos seguros.

También se ha advertido que los tesos se encuentran en las inmediaciones de un vado del Tormes, de manera que los pobladores podían cruzarlo con facilidad. El Tormes separaba dos zonas diferentes de aprovechamiento complementario (agrícola y ganadero) lo cual convertiría al asentamiento en lugar natural de intercambio.

El Profesor Maluquer de Motes en “De la Salamanca primitiva” (Revista Zephyrus, nº 2, año 1951) nos relata que se trataba de un castro de importancia derivada de su especial situación geográfica, “por el hecho de hallarse precisamente en la zona de contacto de dos paisajes distintos, es decir, de dos tipos de economía diversos —agricultura y ganadería— determinados en buena parte por la diversa constitución geológica de ambas orillas del Tormes. Esta situación la convertía en una excelente ciudad-mercado”.

El perímetro del núcleo urbano englobaría el territorio situado entre el arroyo de los Milagros, Peña Celestina, Catedral, Clerecía, “y dicho perímetro responde, en efecto, a una muralla conservada hasta tiempos relativamente recientes, sin que exista prueba alguna de que se tratara de una antigua muralla romana.  No obstante el trazado tradicional asignado a la ciudad romana es muy posible y en su interior, precisamente en el subsuelo de  actual Palacio Episcopal, fue hallado el único resto visigótico conocido de la antigua Salmántica. Por considerarse que la ciudad romana era la pervivencia del antiguo castro, la misma ubicación se suele asignar al poblado contemporáneo de Aníbal”.

Según J. Álvares-Sanchís en su obra “Los Vettones” (Real Academia de la Historia. Madrid): “de la toma de Salmántica por Aníbal en el año 220 a.C. hablaban cuatro autores, de cuyos testimonios literarios merecen destacarse tres hechos: 1) la definición que se hace de este núcleo como “ciudad grande” o “ciudad grande de Iberia” (Polieno y Plutarco), 2) los acontecimientos que se describen durante su conquista (en particular la mención de Plutarco), a propósito de una posible zona extramuros o barrio apartado del centro principal, con lo que hay que suponer un emplazamiento relativamente extenso y diferenciado, y 3) la cita de Livio cuando señala que la ciudad fue tomada al asalto, se deduce la presencia de un conjunto fortificado, hecho parcialmente constatado si tenemos en cuenta que en el Teso de las Catedrales se halló la base de un posible recinto murado, con grandes bloques de granito, sobre el que apoya un nivel fechado en los siglos III-II a.C.

La existencia de casas extramuros en estos poblados permite suponer que el recinto amurallado no indica una situación de peligro e inestabilidad permanente. Puede ser factible pensar en un incremento demográfico o que algunos recintos se erigiesen con posterioridad a dichos barrios. En los momentos de conflicto la población podría refugiarse dentro del poblado”.

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Teso de las Catedrales visto desde el Cerro de San Vicente

(www.lagacetadesalamanca.es)

Y para terminar es necesario hacer mención a una ruta que cruzaba la provincia, el territorio vettón y vacceo, ya en aquellos tiempos y que facilitó el traslado de las tropas de Aníbal. Nos estamos refiriendo a la Vía de la Plata.

Según señala A. Vaca Lorenzo en “La Vía de la Plata a su paso por Salamanca” (Revista de Estudios nº 48, año 2002) “la ruta de la Vía de la Plata ha sido a lo largo de la Historia y, sin duda alguna, sigue siendo la espina dorsal de las comunicaciones norte-sur del Occidente peninsular y, en particular, del oeste de la Meseta castellana. Su importancia histórica ha sido enormemente significativa: desempeñó un papel de primer orden en la romanización de todo el poniente hispánico en la Edad Antigua, fue el nervio de la reconquista y repoblación de la Extremadura leonesa en la Edad Media y sirvió de cañada a los ganados trashumantes en la Edad Moderna.

Aunque la emergencia de esta ruta terrestre en la documentación escrita tiene lugar en época de los romanos, éstos aprovecharon un camino de herradura protohistórico, por más señas tartéssico, posiblemente seguido por el cartaginés Aníbal en su toma de Salmantica y Arbucela(la actual Toro) en el año 220 a. de C., que parece rastrearse ya desde los inicios de la Edad del Bronce, que es cuando se comienzan a explorar los placeres auríferos de la zona leonesa (Las Médulas), o, incluso, a modo de hipótesis, cabe pensar en una vía natural utilizada por los pastores desde tiempos más remotos: impuesto por el ciclo climático (estaciones lluviosas y secas) y por la diversidad topográfica (curso de los ríos Guadiana, Tajo y Duero y las sierras del Sistema Central y de la Cordillera Cantábrica), conocido con el nombre de cañada de la Vizana, por el que los pastores de la baja Extremadura, empujados por el calor y la escasez de herbaje, subían los rebaños a los pastos de verano de los montes de León, mientras que cuando el frío empezaba a sentirse y a aparecer los primeros copos de nieve, desandaban el camino.

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Ruta de la Plata en el siglo III a.C.

(www.clubrural.com)

Continuará …

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