Tomando un café con… JOSE ANTONIO VELASCO MENDO quien nos habla sobre LAS CANDELAS y tradiciones del pueblo

Villamayor de Armuña. Ese lugar en el que, en diferentes décadas, muchos hemos creDSC_1161cido; ese lugar en que trabajamos, compramos, salimos; ese lugar en el que hacemos vida. En definitiva, Villamayor, nuestro hogar. Muchos, por no decir la inmensa mayoría de los vecinos de Villamayor, somos los que hemos conocido a Villamayor tal y como lo conocemos ahora. Esa continuación de Salamanca, que se ha convertido en “ciudad-dormitorio” donde la gente sigue su vida sin mirar a su alrededor. Muy alejados estamos de ese concepto de pueblo que todos conocemos, donde las vecinas salen a tomar el fresco en verano, los hombres trabajan en el campo y los niños juegan en las calles.

Pero aunque parezca mentira, no hace muchos años Villamayor fue un pueblo deseos. Un pueblo en el que todos se conocían, las gallinas correteaban por las calles, y donde ver pasar un coche era un milagro del cielo. Un  pueblo que el 2 de febrero de cada año celebraba Las Candelas, fiesta que, por desgracia, ha desaparecido del calendario de nuestro municipio. Es por ello que hoy, y a pesar de haber pasado el 2 de DSC_1164febrero como un día más, hemos querido hacerle nuestro pequeño homenaje a esa fiesta que se ha ido celebrando en nuestro municipio con la ayuda de todos los vecinos y que, el crecimiento y superpoblación ha dejado  en el olvido.

Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos de América, dijo una vez: “Los mejores momentos de mi vida han sido aquellos que he disfrutado en mi hogar, en el seno de mi familia”. Y eso es lo que viene a contarnos nuestro entrevistado de hoy, José Antonio Velasco Mendo, nacido en Villamayor hace 60 años, y con unas raíces bien fijas en este pueblo, que le ha visto crecer, y en el que ha formado su hogar.

Es usted de Villamayor de toda la vida, cuénteme sus orígenes.

Yo nací aquí, mi madre nació aquí y mi abuelo materno nació aquí. Este mes hago 60 años, y si yo nací aquí y parte de mis raíces nacieron aquí pues… son muchos años.

¿Cómo recuerda el Villamayor de hace cuatro o cinco décadas?

Pisando barros, con 52 “mocosos” entre cuatro y cinco años con doña Consuelo; jugar por las tardes cuando salíamos de la escuela… Era muy diferente. Cuando yo era niño esto era una aldea y cuando yo tenía 6 o 7 años en Villamayor había 200 o 300 vecinos, no había más. Nos conocíamos todos, la relación entre los vecinos era diferente a lo que hay ahora; había mucha ayuda entre unos vecinos y otros y… muy diferente.

Como sabemos, Villamayor ha cambiado a pasos agigantados, ¿qué tenía bueno aquel Villamayor de entonces que se echa en falta ahora?

La confianza entre la gente. Actualmente, yo conozco más gente del autobús que del vecindario. Es verdad que yo vivo en una zona en la que prácticamente todos los que vivimos ahí, hemos nacido  en el pueblo, o sino llevan muchos años aquí. Sin embargo, por el centro del pueblo, bajas y no conoces a nadie.

DSC_1162El 2 de febrero de cada año  los quintos de Villamayor se preparaban para su fiesta: Las Candelas. Ese día en el que iban a misa, hacían ofrendas a la virgen, corrían los gallos, merendaban en la taberna del pueblo y terminaban echando unos bailes como cualquier joven con 18 años. Esta tradición de correr los gallos, perdida hace más de 40 años, derivó en un día de fiesta en el que los quintos seguían siendo los protagonistas y festejaban su día. Actualmente, no solo no se hace ninguna de todas estas costumbres, sino que se ha perdido la fiesta. Una fiesta que, seguramente para muchos no tenga sentido, pero que para otros que tenemos un pasado y unas raíces en este pueblo, supone una gran decepción.

Hay muchos vecinos de Villamayor que desconocen la festividad de Las Candelas, cuéntenos de qué trata y cómo se celebra.

La Fiesta de Las Candelas no es solamente de aquí, sino que está muy extendida por la provincia. Hay que remontarse muchos años, cuando tenías 18 años, te tallaban. La Fiesta de Las Candelas, a parte de otras connotaciones, era la fiesta de los quintos. Aquí, se corrían los gallos que era como comúnmente se llamaba. En otros pueblos, las cintas.

Aquí se corrían los gallos, por la época cuando yo nací y mucho antes. En todas las casas se criaban gallinas, entonces se criaba un gallo para cuando el chico fuera quinto. El día de Las Candelas, se ponían dos carros, se ponía una cuerda, se colgaban de allí los gallos y pasaban con los caballos y le arrancaban la cabeza.

Creo que se dejaron de correr los gallos cuando mi tío Ventura, el hermano pequeño de mi madre, fue quinto. Aquel año nevó y no podían hacerlo. Lo que hicieron fue retirar la nieve en la plaza, se metieron unos sacos y corrieron los gallos; metidos en unos sacos, corrían detrás de los gallos. Les cortaban la cabeza igual y después se los iban a merendar al Bar de Foti, se los preparaba la señora Esmeralda.

Eso fue lo único que cambió porque luego, a lo largo de los años lo que era el ofertorio y demás  no cambió mucho. Se dejó de sacar en procesión a la virgen “chica” que llamábamos nosotros. Pero por lo demás el ofertorio lo seguían haciendo igual, y lo de correr los gallos, en gran parte, fue porque ya no disponían de caballos. Aquí, como en otros pueblos de La Armuña, la mayoría de los agricultores tenían caballos para el trabajo y si no, se prestaban caballos de Los Villares, de “El Puerto”, una finca que hay al otro lado del rio. Entonces, caballos siempre hubo hasta principios de los años 60. Luego a raíz del año de la nevada, a parte que no había caballos, se intentaron alguna vez con burros, pero bueno, desapareció el tema por falta de caballos, no porque tuvieran la presión, como hay ahora con los toros, una presión social para quitar algo que a nosotros nos parecía delos más normal.

Si comparamos todo lo que me está contando con la actualidad, ¿con qué fiesta se queda? ¿La de antes o la de ahora?

Sin duda, me quedo con la que se hacía cuando yo era niño. De hecho, no entiendo por qué se ha quitado esta fiesta como fiesta local, porque no iba en el programa electoral. Esta fiesta es una fiesta de toda la vida, es que mi abuela materna me hablaba de esta fiesta. Además, me gustaría comentarte que había otra fiesta que yo la conocí poco. Era El Corpus. El Corpus era más festejada que lo que es ahora la fiesta de mayo de la Virgen. También es verdad que las características de la sociedad eran otras.

Otra fiesta que era muy importante, aquí en el pueblo, era el Jueves de La Ascensión, que era el día que los niños tomábamos la Primera Comunión y nos vestían de “marineritos”. Y luego, como el domingo siguiente era la fiesta de la Virgen, nos volvían a vestir. En definitiva, eran dos fiestas muy importantes tanto el Corpus, como el Jueves de La Ascensión.

Esta fiesta siempre, la de hoy, fue la fiesta de los quintos.

¿Cree que se han perdido tradiciones en el pueblo? Si es así, ¿cuáles?

Yo creo que no se ha perdido gran cosa. A ver, esta fiesta ya se ha perdido del todo porque ya han quitado la fiesta. Ya no existen, por ejemplo, las primeras comuniones. Antes se centraban en el Jueves de La Ascensión, ahora ya se centran en mayo o junio; también es verdad que ahora hay muchos más niños que antes. El Corpus ya tampoco es fiesta. Pero esta fiesta en concreto, Las Candelas, a mí me fastidia bastante porque es una fiesta que era de toda la vida. Es quitarle idiosincrasia al pueblo. Si ahora están hablando tanto de la despoblación, si encima le quitas tradiciones…

En cuanto a tradiciones que se han perdido, la verdad que muy pocas. Lo de hoy, que en fin, no tiene sentido; y luego las otras dos fiestas que ya no son fiestas. ¿Qué esas fiestas tenían una idiosincrasia religiosa? De acuerdo, pero lo que no podemos ser es más papistas que el Papa. En un día como hoy, se hacía una ofrenda a la Virgen chica, se soltaban unas palomas en la iglesia y se hacía una ofrenda. Esto está enraizado con que las mujeres, cuando daban a luz, a los ocho días presentaban al niño en la iglesia. Eso se hacía aquí. Además, los faldones con los que se presentaban se heredaban de madres a hijas. Eso también se ha perdido.

Me ha dicho que la Fiesta de Las Candelas era la fiesta de los quintos, ¿qué hacían los quintos antiguamente?

Cuando yo era niño, por la mañana los quintos iban a misa y hacían la ofrenda; por la tarde, corrían los gallos, y luego, se iban a merendar a Casa Foti, una taberna de toda la vida junto a la plaza. Y donde tenía Medes el estanco, en la parte de atrás, había un local y ahí hacían baile. Eso es lo que se hacía tal día como hoy.

Te cuento el año que yo fui quinto. Éramos 4 quintos y 7 u 8 quintas. A las 10 de la noche, hacía frío como suele ser en febrero. Uno de nosotros tenía una montesa y nos fuimos a Salamanca, los cuatro en la montesa, tomamos por ahí unas copas y nos vinimos.

¿Qué hacen ahora los chicos cuando son quintos? Pues no lo sé. En mi época se bordaban cintas, a mí me la bordó mi hermana. Se bordaban cintas que creo que se ha seguido haciendo para colocarlas en el ramo de la virgen. Pero en fin… es que se vivía de otra forma. En mi época, sabías que ese año eras quinto, mi hermana que si me bordaba la cinta, que si había que ir a limpiar la iglesia, se encargaba mi madre… Cuando yo era niño, había que criar el gallo; había que bordar la cinta, normalmente la bordaban las hermanas o las novias… Era todo un año para preparar el festejo.

DSC_1167José Antonio  nos contaba cómo recuerda aquel Villamayor de entonces, una aldea en la que todos los vecinos formaban una gran familia. Un lugar donde todos se conocían y donde reinaba la confianza y tranquilidad. Recuerda, además, cómo los propios vecinos intervinieron para traer el agua corriente al municipio. En definitiva, cómo entre todos aquellos vecinos empezaron a hacer Villamayor.

Cuénteme algún buen recuerdo que tengas de las fiestas del municipio.

Cuando era niño, cuando era la fiesta del pueblo, mi madre preparaba ensaladilla; venía una de mis tías que vivía en Pizarrales; mi abuelo, mientras era pastor, mataba un cordero… En fin, se vivía mucho más en familia.

¿Qué ha supuesto y supone en su vida Villamayor?

Villamayor yo lo he conocido siendo una aldea y lo que es ahora. Entre medias, ha habido muchos cambios que me han gustado y otros que no me han gustado tanto. Si echas la vista atrás, a mí me gustaba mucho más el pueblo cuando era niño. ¿Por qué? Porque tenía muchas más relaciones personales, ahora no tienes relación personal. Te he dicho antes que cuando tenía cuatro años, éramos 52 en la escuela de párvulos, o sea que niños no faltaban. ¿Qué ahora hay muchos más? Vale, pero es que no conoces a la mitad de la gente. No sabes cómo piensan, no sabes si puedes hablarlos o te tienes que callar. A mí me gustaba el pueblo que yo conocí. Yo entiendo que hay que mejorar: asfaltar las calles, mejorar las comunicaciones… El agua corriente en la zona en la que yo vivo, la hicimos los vecinos, hicimos la zanja para llevar el agua. Eso era un pueblo. El primer hormigón que se echó en la Plaza Mayor del pueblo, lo echamos los vecinos, trabajando los fines de semana. Ahora tú diles a los vecinos que vayan a echar hormigón… Era otra cosa.

Son indudables los progresos que ha vivido Villamayor, y seguramente andemos “sobrados” en infraestructuras, comunicaciones y avances. Pero seguramente nos falte un poquito de esa esencia que cinco, seis o siete décadas atrás reinaba en Villamayor. Porque con toda esa gente de Villamayor de toda la vida que conozco, que es bastante, todos coinciden en lo mismo: volverían atrás sin dudarlo. Porque sí, seguramente no tenían ni la mitad de cosas que tenemos ahora, seguramente no vivirían la vida con tanta intensidad como lo hacemos, pero tenían lo más importante: se tenían los unos a los otros. Por tanto, aprovechemos lo que tenemos, pero miremos un poquito más a quien tenemos a nuestro ladoDSC_1169. Hagamos de Villamayor un lugar mejor, colaboremos, trabajemos y luchemos por este nuestro pueblo como lo hicieron años atrás todos los vecinos que vivieron aquí. Porque si algo está claro es que lo que ellos empezaron, no podemos dejarlo en el olvido y mirar para otro lado: continuemos con las tradiciones y costumbres, que al final su único fin son la unión y la diversión del pueblo. Gracias José Antonio por hacer que mire el pasado de Villamayor en blanco y negro, y por enseñarme que un pueblo es mucho más que un lugar donde vivir. ¡Feliz día de Las Candelas a todos!

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