NO ME CHILLES QUE NO TE VEO (I)

Aunque es el título de una película protagonizada por Gene Wilder y Richard Pryor, en realidad de lo que aquí se trata es de cómo respondemos cuando «tropezamos» con una persona invidente.

Unas pocas recomendaciones nos ayudarán ante posibles situaciones en las que podemos ser partícipes. No olvidemos que la persona con una discapacidad visual además de ciertas limitaciones tiene unos sentidos en perfecto estado y buena agudeza para usarlos. Nuestra ayuda es más bien una colaboración.

– No hay que ponerse nervioso ni precipitarse al tratar con estas personas. Su discapacidad no les concede más privilegios que a otras, al menos, no siempre.

– En el trato con una persona ciega son inútiles gestos y ademanes, lo cual contribuye a enriquecer nuestro vocabulario, al tener que describir con palabras lo que queremos expresar con gestos.

– Con el apoyo de tu brazo caminará a la par con la misma naturalidad que tú. Basta indicarle sólo los obstáculos que haya en el camino.

– No actuemos por él/ella. No es lo mismo ayudar a alguien a hacer algo que hacerlo en su lugar. Es posible que él/ella prefiera hacerlo de otro modo.

– No levantes la voz, estás hablando con una persona ciega, no sorda.

– Para ayudarle a sentarse basta con que lo pongas en contacto con un asiento. Lo demás déjalo de su cuenta.

– Muchas de estas personas están preparadas para caminar solas por la calle. A veces nos apresuramos a ayudarles con la mejor voluntad, aunque no nos lo hayan pedido.

– Las referencias a la visión no son tabúes cuando hablamos con ellos/as. Conocen muy bien sus significados y sobreentendidos. Expresiones como «vamos a ver», «mira tú» o «nos estamos poniendo ciegos a…» están perfectamente en su vocabulario.

– Prescinde de dirigirte al acompañante cuando quieras hablar con un/a invidente. Hazlo directamente. La única diferencia es que no ve.

– Si va acompañado de un perro-guía, no distraigas al perro. Está trabajando para guiarle adecuadamente.

– No te sientas molesto ante la presencia de un perro-guía. Es más útil, discreto y educado que muchos de los que están a su alrededor.

– No te esfuerces en explicaciones inútiles. Hay cosas que estas personas pueden conocer sólo con tocarlas.

– El uso del bastón les sirve para detectar obstáculos con suficiente antelación.

– Salúdalo cuando le veas, diciéndole quién eres. Un saludo cordial le ayudará a salir mejor de su aislamiento.

– Cuando le tiendas la mano no esperes que él/ella, sin verla, te la estreche. Adelántate y coge la suya.

El mejor consejo, actuar con naturalidad. Una persona invidente puede hacer muchas más cosas de las que seguramente imaginamos si cuenta con un poco de ayuda. La nuestra.

Comparte: