Imagina solo por unos instantes que vives en un lugar rodeado de extraños donde no te suena ninguna de sus caras, no reconoces los lugares por donde pasas y tu casa siempre es nueva.
Imagina que se te olvida caminar, comer, beber o hablar, que no sientes ni hambre, ni sed.
Imagina que no puedes expresar el dolor, la preocupación o la frustración que sientes, porque se te olvidó como decirlo.
Imagina mirar pero no ver, escuchar pero no oír.
De repente un día ya no recuerdas donde estas ni como volver a casa, te sientes solo, perdido y asustado. Tus manos ya no responden, tus piernas casi no te sostienen y tu boca es incapaz de expresar sus deseos.
Imagina por un instante el miedo, la tristeza y la desesperación que se tiene que sentir.
No recuerdas a tus hijos, ni a tus padres, pareja, o amigos. No recuerdas el trabajo al que dedicaste toda una vida, ni tus logros ni tus hazañas, puedes haber sido presidente u obrero pero eso ya nada importa, solo eres una sombra lejana de lo que un día fuiste. Te vuelves taciturno, reservado y desconfiado, la agresividad se apodera de ti para defenderte de tanta desesperación, angustia y desolación.
A menudo emprendes unos viajes de ida y vuelta al mundo real y cada día te es más difícil permanecer en el lado cuerdo, hasta que un día ya no puedes regresar.
El ladrón de recuerdos, no sólo se lleva tu memoria, se lleva tu pasado, tu presente y tu futuro. Tu familia, tu trabajo, tu vida que ahora ni siquiera te pertenece, no eres dueño ni de tu voluntad.
Completamente dependiente de un familiar o cuidador que te asee, te alimente, te cuide o te mime.
Hasta en esto es cruel esta dichosa enfermedad, te quita la vida pero te aviva los sentimientos.
Porque a pesar de todo lo que perdiste, no perdiste la capacidad de sentir, ni de sufrir, sientes los besos, los abrazos los mimos y gestos de cariño pero te hieren las criticas, las voces o la desesperación de los demás cuando no puedes hacer lo que te piden o no actúas con rapidez, o repites una y otra vez las mismas cosas.
El Alzheimer es una de las enfermedades más en alza de los últimos años y una de las peores condenas a las que te pueden someter, dependiente, indefenso y esclavo de un cuerpo envejecido, quejumbroso y tullido, sin capacidad para vivir o morir, encadenado a la voluntad del que te cuida.
Sin recuerdos, sin futuro ni esperanza, no te mata ni te deja vivir. Eres la vida muerta que respira