CURIOSIDADES DE NUESTRA HISTORIA (9) El Cerro de San Vicente o el inicio de una ciudad

«No hay más que una historia: la historia del hombre.

Todas las historias nacionales no son más que capítulos de la mayor»

Rabindranath Tagore (1861-1941)

Filósofo y escritor indio

el cerro

Vista general del Cerro de San Vicente

salamancartvaldia.es

El Cerro de San Vicente es el lugar donde parece se sitúa el origen de la ciudad de Salamanca y constituye un yacimiento arqueológico que acoge restos correspondientes no solo a la primera Edad del Hierro sino también a la época medieval y moderna.

Es durante la primera Edad del Hierro, entre los siglos VII y V a.C., cuando se  construye un poblado estable en este lugar, siguiendo pautas similares a las de otros asentamientos que se establecieron en el valle medio del Duero durante el mismo periodo y de los que ya hablamos en el anterior capítulo. Siendo esto así, existen indicios de una ocupación anterior del periodo del Bronce Final (finales del segundo milenio a.C.), pues probablemente los grupos humanos de la zona ya conocieran esta región y el dominio estratégico sobre el valle del Tormes así como sus posibilidades económicas e hicieran de este cerro un lugar especialmente atractivo para el asentamiento humano. Además, el enclave se encontraría situado en un corredor natural que llegará a convertirse en una vía de comunicación entre diferentes culturas a lo largo de la Historia (la conocida como Vía de la Plata).

Su reducido espacio le proporciona una buena posición defensiva. De los tres cerros existentes que dominan el vado del río Tormes, este es el más adecuado. El Cerro se encuentra bien protegido: al sur hallamos fosos naturales, al este el arroyo de Los Milagros y la vaguada que discurre al oeste. El único punto vulnerable se localiza al noreste, lugar donde se estableció un muro defensivo.

En la zona exterior al cerro existían numerosos humedales y manantiales incrementando la potencialidad defensiva. Además, su altura les protegía del irregular régimen fluvial del Tormes.

Se ha realizado un estudio sobre la cantidad de personas que habitarían este poblado y, teniendo en cuenta el número de viviendas y el espacio habitado, se ha estimado que pudieran existir unas 60 unidades familiares, obteniendo una población que rondaría los 250-300 habitantes.

La supervivencia de las gentes que poblaron el Cerro de San Vicente durante la primera Edad del Hierro se basaba en la explotación agropecuaria de su territorio circundante, destacando el cultivo de gramíneas (como la cebada) y la recogida de frutos arborícolas silvestres, especialmente bellotas, que eran almacenadas en las construcciones anejas a las casas y que debieron ser usadas como graneros. Su relevancia dentro de la economía del grupo está atestiguada por la frecuente aparición de molinos de mano y piedras molederas en el poblado. El uso agrícola del suelo cercano al asentamiento implicó una notable deforestación de pinos y robles, mientras que las especies fluviales (olmos, sauces y álamos) fueron mantenidas para la  explotación de los recursos que ofrecían los bosques de ribera.

Eran ganaderos  de ovejas  y  el hallazgo mayoritario de huesos de animales adultos habla de su consumo como carne, con independencia del aprovechamiento de otros productos como leche  y sus derivados o lana. Tenían también una importante cabaña  bovina y porcina  y, en menor medida, equina. Los bóvidos se utilizaban tanto para el aprovechamiento de sus carnes y pieles como para su explotación y uso como animal de tracción y carga, como demuestran la edad adulta de los restos hallados y las frecuentes deformaciones detectadas en los huesos por una carga continuada. Se han constatado también huesos de perros, a veces con huellas de haber sido consumidos. Esta labor ganadera era complementada con la caza de las especies salvajes de la zona (ciervos, conejos, etc.).

El comercio, fuera de ámbito del poblado, no está documentado pero se intuyen prácticas de intercambio por la presencia de determinados elementos importados (cerámicas pintadas, fíbulas de doble resorte y otros objetos de hierro), a través del corredor natural, posteriormente conocido como Vía de la Plata.

La cultura material de los habitantes refleja distintas labores artesanas, entre las que sobresale la alfarería, con abundantes elementos de ajuar domésticos. La cerámica se caracteriza por estar elaborada a mano y en ella se distinguen recipientes comunes de almacenamiento y cocina (toscos y sencillos) y vajilla fina (con cuidadosos acabados y decorados con diversas técnicas).

Por su parte, la metalurgia está atestiguada por restos de crisoles de fundición y pequeños objetos de bronce, como leznas, fíbulas, agujas o  puntas de flecha. El uso del hierro todavía era muy esporádico durante esta época.

El resto de las prácticas económicas se reducía a una industria artesana textil (según demuestra la aparición de fusayolas y pesas de telar), y la elaboración de utensilios de carácter utilitario con materiales de hueso (espátulas, mangos, punzones) y piedra (molinos, pesas, alisadores, percutores) u objetos de adorno (cuentas de collar, colgantes).

Las pautas de asentamiento se asemejan notablemente con las de otros poblados situados en el valle del Duero durante el mismo periodo.

Uno de los rasgos más característicos del urbanismo en el Cerro de San Vicente es la disposición de las viviendas que se encontraban alineadas en dos bandas, siguiendo una orientación noroeste-sureste, entorno a un espacio libre que permitiría el tránsito entre las viviendas. Este espacio es de unos 20 metros de longitud y 3 metros de anchura y en él se han encontrado diferentes tipos de arcilla, cantos y adobes compactos, lo cual hace pensar que probablemente estuviera pavimentado.

En el yacimiento priman las viviendas y estructuras de planta circular, aunque también encontramos algunas de planta rectangular.

Las dimensiones de las viviendas de planta circular oscilan entre los 3,8 y 7,4 metros de diámetro; además, muchas de ellas, cuentan con estructuras auxiliares (de menor diámetro). El interior de este tipo de viviendas solía aparecer diáfano, sin subdivisiones. Todas ellas disponen de  un banco corrido adosado al muro y un hogar central recubierto por finas capas de arcilla, que confeccionan suelos y cubren las paredes (que en algunos casos se encuentran decoradas con pinturas).

Se considera que la función del banco corrido era de un simple asiento para los residentes y  estaba situado al oeste, enfrentado al umbral.

Restos del cerro

Restos de viviendas del Cerro de San Vicente

investigarqueologia.wordpress.com

Por otro lado, las viviendas de planta rectangular oscilan entre los 4,5 y 6 metros de longitud y 2,5 y 4,2 metros de anchura. La estructura habitacional de este tipo de planta está dividida en tres espacios, dos de los cuales están separados por un tabique de adobe, y el otro por un suelo sobre elevado. La primera estancia se ha interpretado como un vestíbulo, el espacio central sería el hogar, y el fondo, separado por el suelo sobre elevado, estaría destinado como área de descanso.

También dispondrían de un banco corrido que se posicionaba al oeste, enfrentado, del mismo modo, al umbral. Nunca llega a recorrer todo el perímetro de la vivienda.

Otros elementos son las repisas adosadas a los muros y los vasares,  probablemente para el apoyo de recipientes de cocina. Existen pequeños hoyos en el suelo destinados para el sustento de ollas.

En cuanto a la parte central de la vivienda, el hogar, era la zona más utilizada. En el centro se encontraba el fuego, destinado tanto para a la iluminación, como para cocinar los alimentos y calentar la estancia.

El suelo de la vivienda contiene diversos materiales de construcción rematados con una fina capa de arcilla, al igual que las paredes. Tanto las paredes como otras estructuras relevantes se encontraban decoradas de manera monocroma (un solo color), generalmente rojo o blanco, con motivos geométricos, en el que, especialmente, destacan las formas triangulares. También encontramos decoraciones policromas, menos frecuentes, generalmente de rojo, amarillo y negro, con motivos lineales.

El muro de las viviendas estaba reforzado por postes de madera.

En cuanto a las cubiertas existen muy pocos datos. Se han hallado restos quemados de madera, así como barro con restos de vegetales calcinados y esto ha sido interpretado como la supuesta techumbre de las viviendas. Parece que su forma sería cónica, sujetada por troncos de madera colocados de forma inclinada sobre los muros, con un poste central.

Es frecuente, en las viviendas del poblado, la presencia de vestíbulos adosados, generalmente de planta trapezoidal, con unos 2,3 metros de longitud y 2,7 de anchura.

casa

Casa circular con su pavimento

refoworld.blogspost.com.es

Existen estructuras auxiliares al lado de las casas, destinadas a completar y mejorar la actividad económica. Estas estructuras serían almacenes, hornos o despensas, y estarían ligadas a las viviendas de mayor rango. Esto último puede ser indicativo de una cierta jerarquización social dentro del poblado, en el que los individuos de mayor rango poseen o dominan las estructuras auxiliares y el almacenamiento del excedente.

El material constructivo es el adobe. La arcilla que se utilizaba para la fabricación de los adobes es muy variada, procedente de las zonas cercanas. Muchos de los adobes han sido expuestos al fuego intencionadamente y para su aglutinamiento se utilizaron la paja o la gravilla. Los suelos de los vestíbulos estaban construidos con adobes de forma cuadrangular, similares a los utilizados en las aceras que rodeaban las casas y su función sería, claramente, la de aislar la vivienda del suelo natural.

Otro material utilizado es, lógicamente, la piedra. Usada generalmente para el aislamiento de las pavimentaciones, canalizaciones del agua y cimentaciones de muros, constituiría un elemento constructivo complementario.

También se ha hallado madera carbonizada. Su uso se documenta en las fases iniciales del poblado, cuando la técnica de los adobes estaba mucho menos desarrollada. No obstante, el uso de madera como postes de refuerzo nunca se dejó de utilizar, como demuestran los hoyos del suelo de los poblados.

La pavimentación, las estructuras auxiliares, las viviendas, los sistemas de drenaje así como la distribución premeditada de las viviendas con un espacio central de tránsito nos indica una urbanización del espacio destinado a un claro sedentarismo y una actividad agrícola y ganadera intensa y perdurable en el tiempo.

Las únicas evidencias que tenemos de actividades funerarias o rituales son enterramientos de niños debajo de las casas, como lo atestigua el enterramiento de un recién nacido. La ausencia de cementerios hace relacionar la actividad funeraria de estos grupos con la incineración, o cualquier práctica que hiciera desaparecer los restos orgánicos del cadáver. Tampoco se hallaron ajuares de ningún tipo; la actividad funeraria de estos grupos quedaría reducida exclusivamente a la mortalidad infantil.

El poblado pasó por diferentes etapas y fue reocupado con el paso de los años, según nos indica el estudio de los sedimentos encontrados. Como ya señalamos al principio, las diferentes ocupaciones de este enclave se remontaron hasta la II Edad del Hierro.

El crecimiento demográfico terminó por llevar a los ocupantes del Cerro de San Vicente a desplazarse al Teso de las Catedrales, donde construyeron el “Castro de Salmantica”, convirtiendo el emplazamiento original en un barrio secundario adyacente.

 Palabras a consultar:

FÍBULA:

Del latín “fibula”

Especie de hebilla o broche que se usaba para sujetar las prendas de vestir

FUSAYOLA:

Del italiano “fusaiolo” (pequeño elemento de huso)

Elemento cerámico o de piedra perforado que sirve como contrapeso inserta en el huso del telar y que servía de tope.

 

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