CURIOSIDADES DE NUESTRA HISTORIA (22)

EL REINO ASTUR SE DESPLAZA HACIA EL SUR

El reinado de Alfonso III (866-910) es el más importante del periodo de expansión del reino astur hacia el valle del Duero, tanto  por los territorios ampliados como por el desarrollo de las instituciones.

Estatua de Alfonso III de Asturias,

ubicada en la Plaza de Oriente de Madrid

(www.reyesasturianos.blogspot.com.es)

Con este monarca se formulará una ideología justificadora de las conquistas, facilitando el retorno de lo que fue la época visigoda, haciendo creer que el reino astur es el heredero del reino visigodo de Toledo y que la lucha contra los musulmanes no sería nada más que una reconquista o una recuperación de lo perdido durante el siglo anterior.

Las conquistas de poblaciones como León o Astorga fueron decisivas de cara al dominio efectivo de estos territorios al sur de la Cordillera Cantábrica, merced a la repoblación que se llevó a cabo  en ellos, dado que  ambos centros representarían puntos de apoyo en el avance hacia el Duero e incluso más al sur. Además servirían de puente a la posterior ocupación de Oporto,  Chaves  o Coimbra.

De todas las maneras, durante estos años se van a ir produciendo avances y retrocesos, unido a  ataques musulmanes y continuas expediciones, hasta la tregua del año 883 que se vio facilitada por los graves problemas internos que atravesaba el emirato de Córdoba. Diez años más tarde de la citada tregua se produjeron las conquistas de Zamora, Dueñas (uno de los centros de los Campos Góticos, Tierra de Campos) y Toro.

A principios del siglo X, las tropas musulmanas intentarían, de manera fallida, recuperar Zamora. Tal centro se convertiría en el punto límite del ampliado reino astur, en unos momentos en los que, para consolidar las conquistas de Ordoño I y Alfonso III, se va a dar un importante fenómeno repoblador, incorporando a elementos mozárabes procedentes de al-Andalus.

Estatua de Garcia I de León, de Olivieri y Felipe de Castro

ubicada en el Parque del Retiro de Madrid

(www.enciclopedia.us.es)

Al morir el monarca Alfonso III, su sucesor, García I, traslada la capital del reino de Oviedo a León, lo cual da muestras de la importancia adquirida por los nuevos territorios.

Por otra parte, en el año 929 Abd-al-Rahman III se proclama califa, comenzando una de las etapas más importantes en la historia de la Hispania musulmana, tanto a nivel político como cultural y artístico. Esta situación incidirá forzosamente en los territorios de la Hispania cristiana, aunque será en esta época cuando se consoliden las posiciones en el valle del Duero y se  marquen las tendencias expansivas del reino de León y de los condados castellanos. Es la etapa del reinado de Ramiro II de León (931-950) y del condado de Fernán González en Castilla.

Imagen de Abd-al-Rahman III

(www.miguelmontoyo.wordpress.com)

Se defiende la idea de que la victoria en el año 939 de las tropas cristianas sobre el ejército de Abd-al-Rahman III provocaría un importante avance de ocupación de las tierras situadas al sur del Duero, adelantándose la frontera al Tormes, repoblando Ledesma y Salamanca. En el año 940 los musulmanes tratarían de impedir esta repoblación, sin éxito.

Restos del Palacio de Medina Azahara,

en las proximidades de Córdoba

(www.es.viator.com)

Por otro lado durante el reinado de Ramiro III (950-956) se va a iniciar el camino hacia una realeza débil, al tiempo que se va a ir desarrollando el poder de los magnates, de la nobleza, que logrará ir aumentando su capacidad de control sobre el monarca. Esta debilidad de la monarquía cristiana conllevará momentos de clara dependencia respecto al califato de Córdoba, solicitando treguas y teniendo que entregar una serie de fortalezas fronterizas en el valle del Duero.

Miniatura con la imagen de Ramiro III de León

(www.es.wikipedia.org)

Pronto, además, se producirá el ascenso como jefe militar y político de Muhammad ibn Abi Amir, conocido entre los cristianos como Almanzor. Su figura marcará una dinámica en las relaciones del califato cordobés con los reinos cristianos que provocará la supremacía musulmana y ocasionando un auténtico retroceso en la expansión de León y de Castilla.

El ascenso de este personaje tiene lugar a partir del año 976, año en el que accede al califato Hissam II, a quien pronto lo va a reducir a una figura meramente decorativa, convirtiéndose en el auténtico gobernante de al-Andalus.

Retrato al óleo de Almanzor, obra de Zurbarán

(www.usuaris.tinet.cat)

En este contexto durante los dos últimos decenios del siglo X aumentarán las expediciones contra los reinos de León y Navarra y los condados del norte, contribuyendo a provocar una situación de auténtico declive en el caso del reino astur-leonés; las consecuencias serán la sumisión a los musulmanes y el retroceso de buena parte de la obra repobladora emprendida durante este siglo.

Es por ello que durante el reinado de Bermudo II (982-999)  el monarca buscará el apoyo del musulmán para mantenerse en el trono y restituir Zamora a cambio del pago de un tributo anual. Pero en el año 987, tres más tarde del acuerdo, Almanzor dirigirá una expedición contra la propia capital del reino, León, obligando al monarca a instalarse en Zamora y posteriormente retirarse a Galicia.

Imagen del Monasterio de Santa María de Carracedo (El Bierzo)

donde fue enterrado Bermudo II.

Posteriormente sus restos fueron trasladados al

Panteón de los Reyes de San Isidoro (León)

(www.es.wikipedia.org)

En los últimos años del siglo se van a registrar importantes incursiones musulmanas, siendo la más notoria la del saqueo de Compostela en el año 997.

A finales del reinado del monarca citado anteriormente, apenas se controlaba la cuenca del Duero, pues Zamora poseía una guarnición musulmana. Pero en el primer tercio del siglo XI se va a ir gestando un nuevo panorama con una serie de cambios políticos que afectarán a los reinos cristianos en general y también a la Hispania musulmana, que son la expresión de la evolución de las diversas sociedades peninsulares.

En el año 1002 muere Almanzor y comienza el proceso de descomposición del poder califal que llevará a su desaparición provocando la disgregación política de la Hispania musulmana, conocida como la etapa de los reinos de taifas, fruto de un proceso de feudalización en la sociedad musulmana.

Por otra parte, en el reino astur-leonés se producirá, coincidiendo con la minoría de edad de Alfonso V, una clara tendencia a la intervención por parte de los condes castellanos. Tal es así que tras la muerte de su tutor y, habiendo aumentado la intervención castellana sobre León, la zona nordeste de la actual comunidad autónoma quedaría vinculada al condado de Castilla. Paralelamente, el reino de Navarra va a ir adquiriendo poder e influencia en las zonas de la Hispania cristiana y, en particular, en el reino de León, hasta tal punto que a la muerte de Vermudo III (sin descendencia) el reino va a quedar vinculado a los dominios de la dinastía navarra en la figura de Fernando I, cuñado del rey leonés.

Cuadro que representa a Alfonso V de León,

apodado El Noble o El de los Buenos Fueros

(www.cosasdehistoriayarte.blogspot.com.es)

La expansión del reino de León, más allá de su primitivo emplazamiento astur, comportó una ocupación y organización de los territorios incorporados de León y Castilla. Si durante años se defendió la idea de la existencia de un desierto estratégico en el valle del Duero, pues los territorios de la Meseta Norte fueron vaciados de población (la población musulmana fue exterminada y la cristiana trasladada al Norte), la repoblación consistiría en enviar población a dichos territorios. Sin embargo existen otras interpretaciones, las cuales consideran que la repoblación no iba a consistir en pasar a ocupar algo deshabitado, carente de población, sino hacer que las poblaciones existentes tuvieran una misma organización económica y política.

Parece que no hubo despoblación total sino una débil población tanto cristiana como musulmana; puede que grupos bereberes se mantuvieran en algunas zonas al sur del Duero; puede que hubiera comarcas total o parcialmente abandonadas. Pero en su conjunto no puede hablarse de desierto demográfico.

La ocupación de las zonas se llevó a cabo normalmente por grupos dirigidos por un noble o institución eclesiástica o por comunidades de aldea, si bien con el visto bueno del monarca, quien confirmará la propiedad sobre los territorios ocupados.

Los avances al sur del Duero, en época de Ramiro II, nos ofrecen la primitiva repoblación de Salamanca, a donde llegarán importantes personajes del reino de León, como el obispo Oveco o alguno de los magnates. Junto a ellos aparecieron importantes poblaciones campesinas que tuvieron un papel trascendental en el proceso de ocupación de la tierra.

Aparecieron las comunidades de aldea, que representaban una organización económica y una unidad de los hombres que habitaban un pequeño territorio, de manera más o menos estable. Existía una consideración de la propiedad como perteneciente a toda la comunidad, de carácter colectivo (montes, pastos o bosques) y todos sus miembros participaban de los bienes de la misma (las heredades) y de su utilización.

En estas comunidades campesinas de hombres libres se va asistiendo a una paulatina diferenciación social, Dentro de la comunidad hay personas más poderosas y que van a formar parte de una pequeña aristocracia local (los infanzones) contrapuesta a los demás (los villanos). Los primeros van a adquirir un control político sobre el resto de la comunidad, debido al mayor poder económico de sus linajes y que conectarán con los grandes poderes políticos.

Por otro lado, había campesinos que, aunque jurídicamente estaban considerados como libres, tenían una dependencia por la tierra y la satisfacción aneja de determinadas cargas que, sin duda, limitaban su plena libertad. Pero esta dependencia no solo se daba sobre campesinos de forma individual, también era ejercida sobre villas enteras y sus habitantes, en las que los grandes propietarios pudieron contar con derechos jurisdiccionales otorgados por los monarcas, surgidos mediante la práctica de su poder o a través de donaciones regias.

Cabecera del monasterio cisterciense de

Santa María de Moreruela, en la provincia de Zamora

(www.arteguias.com)

Paralelamente, y en el mismo proceso de consolidación de la gran propiedad,  se irá configurando un importante patrimonio de las iglesias episcopales. Este patrimonio estará integrado por villas, iglesias y monasterios, junto con sus bienes procedentes de diversas adquisiciones (donaciones de reyes, de magnates e incluso de simples particulares). Así mismo aparecieron importantes centros monásticos que configuraron auténticos dominios.

De todas las maneras existiría una interrelación entre los miembros de las aristocracias laicas y eclesiásticas y sus bienes. Algunos obispos pertenecerían a importantes linajes aristocráticos y tanto la realeza como la aristocracia participarían en la fundación y dotación de determinados monasterios.

De manera general podemos decir que los derechos de propiedad formaban un conjunto complejo y diverso: tierras de cultivo permanente o temporal, zonas dedicadas a pasto del ganado, participación en molinos y salinas, control de cauces de ríos, etc.

La economía, en líneas generales, será cerrada o autosuficiente con pocas actividades comerciales.  Se produjo una ausencia de acuñaciones monetarias y se dio importancia al intercambio a base de trueque o simple cambio de productos u objetos entre sí; incluso el pago en sólido (sueldo) se hacía a través de un determinado artículo, ganado o producto cerealístico, si bien a través de equivalencias con monedas de cuenta, en este caso de plata. Pudo influir en  este aspecto la utilización de los dírhems o monedas de plata musulmanas.

Reverso de Dirhem

acuñado por Abd-el-Rahman III

(www.biografica.info)

Estudios realizados por Sánchez Albornoz permiten tener una cierta aproximación del valor de las cosas. Un cáliz valía en León (segunda mitad del siglo X) 20 sueldos, que era el precio de algunas pieles para vestir o de alguna vaca o pareja de bueyes (principios del siglo XI). Los caballos  tenían un precio que oscilaba entre los 200 y 300 sueldos. En ocasiones el precio de una tierra podía ser inferior al de algunas valiosas cabezas de ganado y muy inferior al de un caballo.

Ya desde el siglo X existió un comercio de larga distancia que permitió la utilización de paños, elementos de ajuar domésticos y vestidos y ornamentos litúrgicos de procedencia oriental (telas de Persia o elementos litúrgicos de Bizancio), consecuencia del intercambio con al-Andalus y gracias a comerciantes judíos, musulmanes y mozárabes. Pero fue limitado dado que solo los estratos altos de la sociedad se debieron beneficiar del mismo.

Este tipo de comercio no corre paralelo a la presencia de una auténtica vida urbana sino de formaciones preurbanas, de centros administrativos que cumplirían unas determinadas funciones dentro de la organización territorial del reino leonés. Centros que pueden tener un carácter militar, fiscal o ser centros episcopales, enmarcado en un tipo de administración muy rudimentaria.

Lógicamente en estos centros se iría concentrando población, se iniciaría un artesanado y se llevarán a cabo intercambios locales entre productos campesinos y productos artesanales, germen de futuros mercados locales y regionales.

 

Para la elaboración del presente artículo se ha tenido en cuenta el siguiente documento:

“El nacimiento de León y Castilla (Siglos VIII-X). Historia de Castilla y León 3

ESTEPA DÍEZ, C. Editorial Ámbito. Valladolid, 1985

Continuará ……

Comparte: