CURIOSIDADES DE NUESTRA HISTORIA (17)

SOCIEDAD Y COSTUMBRES EN LA SALAMANCA ROMANA

La llegada de los romanos a territorio salmantino no significó un incremento de las informaciones directas sobre el mismo; al contrario, el silencio es casi absoluto. Se conservan alusiones, como las ya citadas en otro artículo, referidas a los indígenas de Bletisa  (Ledesma) que realizaban sacrificios humanos y fueron prohibidos por las leyes romanas.

Plutarco, escribía en  “Obras morales y de costumbres”: “¿Por qué al enterarse los romanos que los llamados bletonesinos, tribu bárbara, habían sacrificado un hombre a los dioses, mandaron llamar  a sus gobernantes para castigarlos pero, al mostrar que lo habían hecho de acuerdo con una costumbre, los pusieron en libertad y prohibieron esta acción en lo sucesivo? Aunque ellos mismos, no muchos años antes, habían enterrado vivos a dos hombres y a dos mujeres, dos griegos y dos gálatas, en el llamado Foro Boario. Parece ciertamente absurdo que ellos hagan esto y censuren a los bárbaros que cometen acciones impías”.

Con la llegada del Imperio, también referida en el anterior artículo, tuvo lugar una amplia reforma administrativa en la Península y Salamanca aparece incluida dentro de territorio de la Lusitania. A consecuencia de esta reorganización, los agrimensores romanos debieron intervenir en el ámbito provincial y se fijaron los límites entre las distintas poblaciones, como quedó constancia en dos hitos terminales encontrados en Ledesma y Ciudad Rodrigo, que deslindan los territorios entre estos dos lugares y Salamanca.

piedra terminalia miróbriga

Inscripción en piedra del término augustal entre Miróbriga y Bletisa

(www.guadramiro.com)

La romanización resultó muy lenta y poco profunda. De hecho, la conversión formal de Salamanca en ciudad romana, que significaba la concesión de un régimen municipal, con curia propia, no tuvo lugar hasta el siglo III después de Cristo.

Es cierto que, de modo progresivo, se va extendiendo la nueva cultura sobre gentes muy alejadas en principio de la civilización romana, pero ¿hasta qué punto caló entre las poblaciones autóctonas del territorio salmantino?

La organización social de la Hispania romana fue reemplazando paulatinamente a las formas de organización social prerromanas en un proceso que no resultó uniforme.

En esta organización se oponía a los hombres libres y a los esclavos. Mientras que jurídicamente un hombre libre era algo que se matizaba en función de su fortuna económica o el prestigio social, un esclavo no era nada. Un esclavo era propiedad de su amo, una “cosa que hablaba”, sin derechos; todo ello a pesar de que la parte más importante de la producción económica se realizaba a través de la mano de obra esclava.

Teniendo presente que la organización social era más compleja de lo que esta división podía hacer suponer, las situaciones reales en las que podían encontrarse tanto un hombre libre como un esclavo eran tan variadas que, en la práctica, ciertos esclavos podían estar en una situación mejor que muchos hombres libres.

La base de la organización social romana, por lo demás, era la familia, cuyo concepto era muy distinto al de nuestra familia actual. La familia romana era fundamentalmente un grupo unido por lazos jurídicos y económicos con una estructura patriarcal. Esta unidad de lazos se expresaba mediante la existencia de un nomen común a todos los miembros de la unidad familiar, los cuales se hallaban bajo la autoridad del pater familias. Este personaje tenía poder supremo sobre todos ellos y era, además, el sacerdote de los cultos familiares. De esta manera, la familia romana comprendía al pater familias, su mujer, sus hijos varones y sus hijas (hasta el momento en que se casaban y pasaban a formar parte de la familia de sus esposos), las esposas de sus hijos varones, los esclavos, el ganado y el resto de propiedades muebles e inmuebles.

La estructura clásica del nombre romano refleja la importancia de la familia en la organización social romana. El nombre de un ciudadano romano constaba de tres elementos: praenomen (nombre propio), nomen (nombre de la familia a la que pertenecía) y cognomen (apodo). A ellos podía añadir la filiación, lo que indicaba su nacimiento legítimo, y la mención de la tribu romana a la que pertenecía administrativamente a efectos tributarios y de voto en las asambleas de Roma. La falta de  alguno de estos elementos, especialmente de los tres primeros, revelaba alguna anomalía desde el punto de vista del estatus social de las personas,

En la Meseta conocemos otro tipo de organización familiar que es indígena y no romano. En esta época el modelo de familia indígena estaba constituido por lo que pudiéramos llamar la familia biológica, de carácter monógamo y patriarcal.

En el territorio salmantino, los rasgos concretos de la sociedad que existía en la Antigüedad se conocen a través del estudio de la onomástica de las inscripciones hispanorromanas de este territorio. Según los datos obtenidos por filólogos como M. Palomar Lapesa y Mª Lourdes Albertos o arqueólogos como J.Mª de Navascués, se puede afirmar  que existía un acusado indigenismo y una romanización parcial.

estela romana

Estela romana de San Martín del Castañar

(www.romanicodigital.com)

Las inscripciones aparecen prácticamente por todo el territorio salamantino pero hay una concentración mayor en algunos lugares determinados, como la ciudad de Salamanca, Ciudad Rodrigo, Yecla de Yeltes, Hinojosa de Duero, Barruecopardo y, en general, toda la comarca de los Arribes. Estos lugares coinciden o con aquellos oppida indígenas que a comienzos del Imperio se convierten en ciudades (Ciudad Rodrigo, Salamanca) o en zonas de poblamiento muy denso, debido a la explotación minera o agropecuaria del territorio.

Existen más de 300 menciones onomásticas que proporcionan casi 200 nombres de personas diferentes. Dichas menciones corresponden no solo a los nombres, sino también a la filiación (referida al padre o a la madre). Los antropónimos más frecuentes son: Accius, Ambatus, Boutius, Cloutius, Doviterus, Flavius, Iulius, Iunius, Maganus, Magilo, Reburrus o Tritius. Hay, pues,

La onomástica romana supone, por los estudios realizados, un 30 % y en algunos casos se refieren a nombres con la estructura latina pero utilizando elementos indígenas; así han aparecido nombres tales como Annia Reburina (en Ciudad Rodrigo), Annia Maganu (en Hinojosa de Duero) o Esca Escivis (en Yecla de Yeltes).Algunos elementos latinos bien pudieran corresponder a miembros del ejército, de la administración, o relacionados con ellos por lazos personales o de parentesco. O que  la población salmantina se apropiara de nombres romanos pero utilizándolos como si fueran indígenas

La peculiaridad de este control romano resulta también evidente, teniendo en cuenta que no llegaron a imponer su propio idioma y se conservaron algunas lenguas indígenas, aunque el latín se convirtiera en el idioma utilizado para la expresión escrita.

Sí debió producirse una asimilación de las estructuras latinas por parte del grupo social que se hizo con el control de las poblaciones en el momento en que estas lograron tener competencias municipales, ya que sus componentes acapararon los puestos de la Curia. Estos individuos, con anterioridad, gozarían de una situación destacada en la sociedad indígena, siendo los propietarios de tierras y ganados.

Al desarrollarse la vida urbana de tipo romano se difundieron los aspectos materiales vinculados al urbanismo de tipo romano. De esta manera podemos comprobar cómo durante el Imperio se levantan ciudades trazadas y organizadas ortogonalmente, de lo que son muestras ejemplos como los de León y Astorga. Es probable que Salamanca recibiera un trazado ortogonal o pseudoortogonal en esta época tal y como parece indicar la orientación de la calle Libreros y el eje de las calles Calderón de la Barca y La Latina.

CALLE DE LOS LIBREROS

Imagen nocturna de la calle Libreros

(www.campus.usal.es)

Según reseña J. Maluquer de Motes en “De la Salamanca primitiva”, de la ciudad romana son bien conocidos sus escasos restos, aparte del puente, referidos a parte de la muralla y algunas lápidas funerarias. Todo ello indica la existencia de una ciudad más bien rural cuyo desarrollo se acrecienta en el Bajo Imperio para adquirir quizá su mayor importancia en la época visigoda, en la que fue importante sede episcopal. El perímetro de lo que sería ciudad romana es difícil de precisar. Es tradicional fijar un perímetro que englobaría la zona situada entre el arroyo de los Milagros, Peña Celestina, Catedral, Clerecía.

J.M. Muñoz en su artículo “Las murallas salmantinas y sus puertas. El Postigo Ciego” nos refiere que fue bajo el poder de Roma cuando se construyó la fortísima muralla, de la cual, todavía, se conservan algunos trozos, y que ha debido ser restaurada sucesivamente por visigodos y musulmanes, hasta que últimamente, a mediados del siglo XII, la volvieron a reedificar los salmantinos por orden de Alfonso VII el Emperador.

En este punto podemos hacer referencia a la Vía de la Plata como camino que cruzaba la ciudad salmantina, una vía de comunicación a la cual hemos hecho referencia en otros artículos, pero de modo general y siempre dentro del contexto provincial. Siguiendo a  A. Vaca Lorenzo en “La Vía de la Plata a su paso por Salamanca”, la Vía de la Plata tenía un trazado, a su paso por la ciudad tormesina, dividido en tres tramos: el primer tramo correspondería al paso del río Tormes; el segundo, al acceso a la ciudad hasta la actual Plaza Mayor; y el tercero y último, a la salida de la ciudad con dirección a Zamora.

El paso sobre el río Tormes se efectuaría por el puente romano, designado como puente mayor y se convertía en lugar obligado de tránsito para todos aquellos que querían penetrar o salir de la ciudad.

puente romano

Puente sobre el río Tormes

(www.es.wikipedia.org)

El acceso al recinto urbano por las puertas meridionales. Todos los indicios apuntan a que la actual calle Libreros fue en época romana el verdadero eje estructurador del espacio urbano salmantino. Su alineamiento, al norte, con la desaparecida Puerta del Sol y, al sur, con el puente romano a través de los obstruidos calle de Baldresería y Postigo Ciego, hace plausible la hipótesis de que durante la dominación romana era éste el eje vial más importante de la ciudad. Embocado el Postigo Ciego, la Vía de la Plata enfilaría directamente por la desaparecida calle Baldresería y seguiría por Libreros, hasta llegar a la puerta del Sol, sin duda el acceso principal al espacio intramuros en la parte septentrional de la cerca vieja por abrirse a una zona despejada, de fácil acceso para el tráfico rodado y orientada hacia las futuras plaza de San Martín y puerta de Zamora.

En estas ciudades se construían pórticos, acueductos, cloacas, termas, templos, teatros, etc. El puente romano de la capital o las tres columnas de Ciudad Rodrigo, que formaban parte de algún edificio público importante, son ejemplos de este tipo de construcciones.

tres columnas

Las Tres Columnas de Ciudad Rodrigo

(www.destinocastillayleon.es)

Paralelamente se generalizó el uso del hormigón, la piedra de cantería y el mármol en las construcciones. A la vez continuó existiendo el poblamiento de carácter indígena en muchos castros, que continuaron la tradición de hacer las paredes con adobe y de cubrir los techos con ramas y vegetación, aunque el ladrillo y la teja se fueran difundiendo progresivamente.

Junto a la cultura urbanística de carácter romano se difundió también la estatuaria, la pintura y el mosaico. Los restos, por lo demás, que se han conservado en nuestra provincia son escasos. En Las Merchanas (Lumbrales) se encontraron restos de esculturas que el profesor Maluquer interpretó como posibles retratos oficiales; en Candelario apareció el llamado Jano de Candelario (escultura bifronte de tradición céltica); se han descubierto varios mosaicos que corresponden a villas de los siglos II al V (como los mosaicos de San Julián de la Valmuza) y pintura sobre estuco representando a un jinete en la Villa de la Vega (entre Villoria y Villoruela).

jano

Cabeza tallada en piedra del llamado Jano de Candelario

(www.iberiamagica.blogspot.com.es)

Los romanos dieron muestra de gran tolerancia en materia religiosa, respetando los cultos indígenas, siempre que ese respeto fuera mutuo, e interviniendo solamente en los casos en que determinadas prácticas religiosas suponían una perturbación del orden público. De esta manera se constata la existencia de dos sistemas de divinidades yuxtapuestas, lo que significa que la población indígena conservó su panteón mientras que los romanos dedicaban sus lápidas y se encomendaban a sus dioses tradicionales.

De la provincia salmantina conocemos varias inscripciones en aras de dimensiones medianas o pequeñas que están dedicadas a divinidades romanas, a divinidades  indígenas y a divinidades locales, como la referida al culto a las Acquae Eleteses (el río Yeltes) aparecida en Retortillo.

Los rituales de los cultos paganos (tanto romanos como indígenas) a las aguas, a las ninfas, faunos silvanos, lares o genios, pervivieron hasta el siglo VI, sobre todo en los medios rurales.

El  agustino César Morán Bardón en su  “Arqueología y prehistoria de Salamanca” nos refiere que entre los objetos divinizados por el paganismo eran los ríos, los lagos y las fuentes, principalmente las fuentes de aguas saludables. En la Península Ibérica eran famosos el dios Tongaenabiacus, la diosa Navia, las Ninfas del río Sil, las Ninfas Caparensium (Baños de Montemayor) o el dios Airón (hay una denominación geográfica en el oeste salmantino con este nombre).

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Ara romana dedicada al dios Silvano

(www.laventanadelarte.es)

El uso de las aguas medicinales debe remontarse a los tiempos prehistóricos y en Tejares hay una fuente, la fuente de la salud, alrededor de la cual se han observado vestigios de antiguas edificaciones (¿restos de baños romanos?). Esta fuente parecía tener virtudes medicinales y por estos beneficios se le llamó cerro de la salud y de ahí tomó el nombre la ermita que después se edificó en él y la imagen de la Virgen que hoy se venera en Tejares

Finalmente tendremos que reseñar que el desarrollo del Cristianismo fue lento y tardío. No hay constancia durante los primeros siglos de comunidades organizadas en nuestra provincia; de hecho, en las Actas del Concilio de Elvira (Granada), celebrado a comienzos del siglo IV y que permiten conocer la situación del cristianismo antiguo, Salmantica no aparece. Tampoco conocemos restos de arquitectura religiosa paleocristiana de esta época. No será hasta la época visigoda cuando tengamos pruebas de la existencia de una población cristiana en Salamanca.

Para la realización del presente artículo hemos tomado como referencia los siguientes recursos bibliográficos:

– “Arqueología y prehistoria de Salamanca” CÉSAR MORÁN BARDÓN. Salamanca, 1919

– “De la Salamanca primitiva”. J. MALUQUER DE MOTES. Revista Zephyrus, nº 2, año 1951

– “Las murallas salmantinas y sus puertas. El Postigo Ciego”. J. M. MUÑOZ. Revista Zephyrus, nº 4, año 1953

– “Salamanca romana: economía, sociedad y mentalidades”, M. SALINAS, correspondiente al capítulo V de HISTORIA DE SALAMANCA I  (coordinador M. Salinas, director  J.L. Martín), edita Centro de Estudios Salmantinos

– “Historia de Salamanca”, J.M. BONILLA, J.M: HERNÁNDEZ y J.L. MARTÍN. Edita GRUPOSA, 1996

 

– “La Vía de la Plata a su paso por Salamanca”. A. VACA LORENZO. Revista de Estudios nº 48, año 2002

Continuará …

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