CURIOSIDADES DE NUESTRA HISTORIA (14) ROMA CONQUISTA SALAMANCA

 

La presencia del general cartaginés Aníbal Barca en tierras salmantinas, como ya se escribió en un anterior artículo, sería interesante porque sacó a la luz a uno de los más importantes núcleos de población del oeste de la Meseta pero no dejó de ser anecdótica. Y es que Aníbal no pretendió alcanzar una conquista plena de nuestro territorio, como se demuestra en el abandono de la zona después de la campaña sin dejar en ella una guarnición permanente.

Podemos suponer que lo que buscaba el general cartaginés con la citada campaña era, además de obtener botín, extender su influencia sobre las tribus del interior y captar guerreros para sus fuerzas mercenarias, que necesitaba para sus futuras campañas contra Roma.

En esta guerra de Cartago contra Roma, las tierras salmantinas se mantuvieron al margen pero no por ello no les afectó, dado que, tras la derrota de Aníbal, Roma decidió permanecer en la península, iniciándose la  conquista del territorio hispánico mediante un proceso que durará aproximadamente dos siglos, iniciándose a finales del siglo III a.C. (tras la Segunda Guerra Púnica) y llegando hasta finales del siglo I a.C. (tras las guerras cántabras).

Durante todo este período pocos datos existen de la provincia de Salamanca. Las fuentes antiguas apenas aluden a lo que ocurre en estas tierras y cuando ocurre se encuentra englobado en el contexto general de los pueblos que la habitaban: vacceos y vettones, junto con los lusitanos.

Los historiadores apenas hablan de esta época de unos 200 años. Villar y Macías en su “Historia de Salamanca” no hace referencia a ella; al contrario, tras relatar la conquista de Salamanca por los cartagineses (con Aníbal a la cabeza), pasa directamente a hablar de la época imperial. Fernando Araujo en “La Reina del Tormes. Guía histórico-descriptiva de la ciudad de Salamanca” apenas le dedica unas líneas.

Villar y Macías

Tomos de la Historia de Salamanca de Villar y Macías

(www.iberlibro.com)

Sí parece claro que la dominación romana de la provincia se produjo principalmente tras las guerras lusitanas y el asesinato de Viriato (138 a.C.),  momento en que  lusitanos y vetones son derrotados.

Pero la provincia tuvo su participación a lo largo de estos dos siglos tanto como oponente a Roma como participante de su imperio.

Durante la primera mitad del siglo II a.C. los romanos, que habían conquistado todo el este y sur peninsular y creado dos provincias (para su administración y mantenimiento), se vieron obligados a llevar a cabo una serie de campañas para mantener las fronteras de las mismas. La mayoría de ellas se dirigieron contra los pueblos lusitanos y celtíberos y se prolongaron durante todo el siglo hasta la definitiva anexión de los territorios de la Meseta.

Tanto en Lusitania como en Celtiberia las difíciles condiciones de vida de sus pobladores, como consecuencia de un desigual reparto social de la riqueza y de los continuos aumentos de la población, habían contribuido a mantener viva la tradición guerrera, mediante la cual los menos afortunados (a través del simple pillaje o de nuevos asentamientos), intentaban mejorar esas condiciones de vida. Las tribus lusitanas, a partir del año 194 a.C., con la ayuda de los vettones, comenzaron a expandirse hacia las tierras comprendidas entre el Tajo y el Guadiana, amenazando los territorios de la Hispania Ulterior (Sur de la península). Junto a Toletum (Toledo), en el año 193 a.C. las tropas romanas hubieron de enfrentarse a una coalición de fuerzas integradas por vettones, vacceos y celtíberos. Esta coalición fue derrotada y algunos de sus jefes fueron hechos prisioneros.

lusitanos

División administrativa de la Península y pueblos hispanos

(www.tarraconensis.com)

Por otra parte, con respecto a la provincia de la Hispania Citerior (Nordeste y Este de la Península), los esfuerzos romanos se concentraban en las regiones cercanas al Ebro con el fin de mantener la región lejos de presiones exteriores y esto será el origen del conflicto en territorio celtíbero.

Los gobernadores de ambas provincias, entre el 180 y el 179 a.C. , pretendieron estabilizar las fronteras y lograr una pacificación duradera, renunciando a una mayor expansión en beneficio de una concentración de la actividad económica dentro de los límites provinciales.

El pretor L.P. Albino marchó hacia el oeste, por territorio lusitano, hacia la región vaccea, en terrenos de Salamanca y Zamora, utilizando el Camino de la Plata, para efectuar alguna operación de castigo. Mientras, el otro pretor, T.S. Graco, sometía la comarca entre el Jalón y el Jiloca, logrando la victoria definitiva en el mons Chaunus (Moncayo), que acabó con la resistencia de los celtíberos. De esta manera el territorio bajo la dominación de Roma constituiría un conjunto homogéneo y quedando fuera de sus fronteras tribus exteriores sin relación con Roma, entre las que se encontrarían las tribus vacceas, los vettones y sus vecinos los lusitanos. Las tierras salmantinas se convertirían en una frontera muy próxima a las provincias romanas de Hispania.

A mediados del siglo II a.C., sin embargo, comenzó un largo período conocido como las guerras celtibero-lusitanas. En el año 152 a.C. el cónsul M.C. Marcelo, con una combinación de fuerza y clemencia, logró que los numantinos pidieran la paz en unión de otras tribus celtíberas. Posteriormente los romanos pusieron sus ojos en las fronteras occidentales, contra los pueblos exteriores, en concreto los vacceos, asentados sobre fértiles llanuras cerealistas y que servirán de puente entre la Celtiberia y los vettones y lusitanos.

Las campañas contra los lusitanos y vettones no dieron, en principio, el resultado apetecido sobre todo por la dudosa conducta de algún pretor (como por ejemplo, Galba) quien, en el año 151, tras operaciones victoriosas romanas, ofreció a los lusitanos la paz y con el señuelo de un reparto de tierras de cultivo, concentró a los indígenas y, una vez desarmados, dio la orden de exterminio. Cuenta la tradición que muy pocos escaparon a la matanza, entre ellos Viriato, que se convertiría durante más de diez años en el caudillo lusitano que luchó contra los romanos. Tras un creciente agotamiento por parte lusitana, Viriato inició conversaciones con el gobernador S. Cepión, quien, en el año 139, logró que fuera asesinado por tres miembros del consejo del caudillo lusitano.

Viriato

Estatua de Viriato ubicada en Zamora.

Obra de Eduardo Barrón

(www.es.wikipedia.org)

Las acciones del gobernador Cepión, continuadas posteriormente por D. Bruto en el año 138 en el territorio de los vettones, permitieron que Roma englobara bajo su control a los territorios de la actual provincia de Salamanca, quedando incluida en la provincia de la Hispania Ulterior en el curso del año 133 a.C., donde se sustituyó  la política de pactos existente hasta ahora por otra de sometimiento y administración directa.

Sin embargo, parece ser que este sometimiento no fue del todo real, entre otras razones por las negativas condiciones socioeconómicas de la zona (sí, ya entonces teníamos pobreza económica), resumidas en un gran déficit de recursos. Todo ello provocó fuertes desequilibrios sociales y levantamientos de pueblos enteros que, a la postre, fueron masacrados por los romanos.

Los lusitanos y los vettones no permanecieron quietos y entre los años 114 y 93 protagonizaron algunos levantamientos contra las tropas romanas que no dieron otro resultado que la total dominación de Roma en nuestras tierras.

Es en esta época cuando se menciona a Bletisa (Ledesma), a cuyos habitantes prohibió P.L. Craso, en su campaña del 96-94, la celebración de sacrificios humanos. Es Plutarco el que nos trasmite la noticia: “Enterándose (el Senado) de que los bávaros llamados bletonenses habían sacrificado hombres, llamaron a sus jefes para castigarlos. Pero, habiendo demostrado estos haberlo hecho según la ley, los dejaron en libertad aunque prohibiéndoselo para lo sucesivo”.

El establecimiento de la frontera efectiva de la provincia Hispania Ulterior y la conveniencia de hacer más homogéneas las etnias incluidas en los territorios de la provincia, hacen suponer que al territorio vacceo (que se prolongaba hasta el asentamiento de Helmantica) se le amputara la zona de la actual Armuña para unirla al territorio vettón con lo que la totalidad de los pueblos salmantinos quedarían integrados en la zona de los vettones.

En este momento se vivirá una profunda crisis en la república romana y las provincias hispanas se verán arrastradas en este torbellino. Las tierras salmantinas no van a ser una excepción y serán el escenario de una crisis interna romana que salpica a las provincias y que tiene como protagonista a Sertorio.

Esta crisis va a marcar la clave del desigual desarrollo de las regiones hispanas, que la van a dividir para toda la Antigüedad en dos zonas bien delimitadas: por un lado, la Hispania propiamente romana (este y sur peninsular), con formas económicas, sociedad y desarrollo municipal auténticamente romanas; por otro, la Hispania sometida, considerada territorio conquistado y fuente de explotación de materias primas y de hombres, con escaso desarrollo de la vida municipal.

La guerra civil que estalla en Roma entre el 91 y 89 a.C. se debió a cuestiones políticas, derecho de ciudadanía y una profunda crisis económico-social. En este ambiente surge la figura de Sila, aristócrata que odiaba a los elementos populares, personificados en Mario. La lucha por el poder en Roma desató un auténtico baño de sangre, listas de proscritos o confiscación y venta pública de los bienes de los caídos en desgracia. Gran número de elementos populares huyeron de Roma, entre ellos Sertorio, quien se refugió en Hispania, donde protagonizaría violentos combates. Nuestra historia tradicional recoge la figura de este romano considerándola con los caracteres épicos nacionalistas empleados en Sagunto y Numancia o con Viriato.

Sertorio

Portada del Libro «Sertorio», de Adolf Schulten

(www.romanicos.com)

Sertorio tomó contacto con los rebeldes lusitanos, que le ofrecieron el mando de sus hombres, mando que al final desempeñaron varios de sus lugartenientes, mientras que él se instalaba en el valle del Ebro y la costa levantina.

Roma inició una serie de operaciones por el sur de Portugal, Extremadura y Salamanca, con el fin de sustraer a Sertorio el territorio lusitano, aunque sin resultados positivos. En el año 77 a.C. Sertorio había liberado Lusitania, se encontraba sólidamente asentado en el valle del Ebro y, salvo algunas ciudades de la costa levantina, era dueño de toda la Hispania Citerior y contaba con el apoyo incondicional de los indígenas.

Sertorio consideró que había llegado el momento de reorganizar el territorio, no solo en el ámbito militar, sino mediante la implantación de instituciones como la formación de un “senado” con exiliados romanos, la elección de “magistrados”. Pero su territorio de influencia era muy heterogéneo y los lazos de unión con el caudillo debieron de ser de signos muy distintos.

Lusitanos y vettones aún mantenían deseos de independencia; celtíberos y vacceos querían seguir dentro de los límites del imperio, aunque hubiera sentimientos de independencia en determinadas zonas. En cualquier caso, Sertorio utilizó lazos sagrados, de tradición indígena, como los lazos de la “devotio”, fidelidad personal hasta la muerte.

En este escenario, las tierras salmantinas testifican su inclusión en la contienda, gracias a una serie de indicios indirectos que prueban, tanto la actividad de Sertorio en la zona, como la extensión de las campañas gubernamentales romanas hasta el valle del Tormes. La sierra que limita las provincias de Cáceres y Salamanca marcaría un cierto límite del teatro de operaciones y, para el movimiento de tropas, su acuartelamiento y avituallamiento era necesaria una vía militar, suficientemente protegida, que recorría una distancia de 200 kms. Su existencia y su construcción está atestiguada por tres lugares en la ruta que llevan el nombre del general romano, Q. Cecilio Meteleo, y que fueron fundados por él: Metellinium (Medellín), Castra Caecilia (campamento de Cáceres el Viejo, a dos kilómetros de la actual Cáceres) y Vicus Caecilius (en la Finca de La Vega, en el límite entre Puerto de Béjar y Peñacaballera), aprovechando la ruta que posteriormente se conocería como Camino de la Plata.

KONICA MINOLTA DIGITAL CAMERA

Miliario en la Mansión de Vicus Caecilius,

entre Puerto de Béjar y Peñacaballera, en la Ruta de la Plata

(www.lacavernadezarathustra.blogspot.com.es)

El traslado del frente de guerra a Celtiberia y Levante a partir del año 77 a.C., provoca que se vuelva a correr un velo sobre las vicisitudes salmantinas, apenas iluminadas por hallazgos numismáticos esporádicos, como el tesorillo ibérico encontrado en la ciudad de Salamanca o los hallazgos monetarios en El Tejado, cerca de Béjar, con monedas procedentes del valle del Ebro. Ello probaría las relaciones entre el oeste peninsular y las zonas de influencia de Sertorio, así como podría ser el testimonio de la presencia de indígenas salmantinos en el ejército del caudillo. Pudiera ser la soldada pagada a mercenarios lusitanos y vettones en el año 75, cuando Sertorio reclutó un nuevo ejército por tierras salmantinas y portuguesas con la intención de sublevar a los indígenas contra Roma.

Tesorillo+de+denarios

Tesorillo de denarios del Museo de Salamanca

(www.museoscastillayleon.jcyl.es)

Todo este episodio de guerra y levantamiento se cerró con el asesinato de Sertorio, en el año 73.

Desde esta fecha hasta el inicio de la guerra civil entre César y Pompeyo, serán los años en los que de manera definitiva quedarán sometidas a Roma las tierras que forman parte de la provincia de Salamanca.

Con la llegada de Augusto las tierras salmantinas se integrarán definitivamente en el sistema provincial del Imperio, siendo partícipes del último acto de la conquista peninsular: las guerras contra los cántabros y los astures.

Los pocos contactos y las escasas noticias sobre los cántabros, hasta la primera mitad del siglo I a. C., se limitaban a su presencia como guerreros al lado de otros pueblos indígenas de la península o como mercenarios romanos. De hecho la primera noticia bélica con referencia al borde noroccidental se fecha en el año 29 a. C. y las fuentes romanas esgrimen la justificación de las guerras como operaciones de policía frente a una actitud ofensiva de los pueblos montañeses sobre la Meseta. Aunque habría que enmarcar las guerras contra astures y cántabros en un plan de conquista más general, plan que se puede considerar finalizado en el año 19 a.C.

La inclusión de las tierras salmantinas en esta guerra fue marginal. Primero como límite efectivo del dominio provincial, sirviendo de aprovisionamiento de hombres y materiales a los ejércitos que operaban en el valle medio del Duero y cuencas del Esla y del Pisuerga. Posteriormente, por el territorio salmantino se moverían las tropas del ejército de la provincia Ulterior, usando para desplazarse la vía principal de comunicación del país vettón, la conocida posteriormente como Vía de la Plata, vieja senda utilizada ya por Aníbal, y que conformará una comunicación directa entre dos puntos extremos que serían dos fundaciones del propio Augusto, Asturica Augusta (Astorga), en el norte, y Emerita Augusta (Mérida), en el sur. Salamanca, a medio camino entre ambos puntos, se convertiría en un importante nudo de comunicación entre el sur peninsular y las tierras del noroeste hispano cuya explotación se va a iniciar.

Statue-Augustus

Estatua de Augusto en el Museo Chiaramonti de la Ciudad del Vaticano

(www.es.wikipedia.org)

NOTA: El presente artículo ha sido redactado siguiendo el texto de J.M. Roldán, “La conquista romana”, correspondiente al capítulo IV de HISTORIA DE SALAMANCA I. PREHISTORIA Y EDAD ANTIGUA. Coordinador: Manuel Salinas, Director: José Luis Martín. Editado por Centro de Estudios Salmantinos. Salamanca, 1998.

 

Comparte: